Base de datos

EL MINISTRO del Interior ha planteado en el Congreso la necesidad de reformas legales que permitan incluir en sus dudosos archivos a «individuos de riesgo potencial», aunque estén cancelados sus antecedentes. Lástima que los ciudadanos no podamos plantear en el Congreso la exclusión de ministros que demuestren, a la vez, su mucha voluntad y sus pocas luces. Los argumentos esgrimidos por el señor Acebes sobre la base de datos son ofensivos para cualquier inteligencia media. ¿Cree este modoso señor que todos los españoles somos tontos? Si es así, demuestra que él lo es en grado superlativo. Sería preferible que en vez de tratarse de una persona tan políticamente correcta y suave, fuese una criatura aviesa. Anatole France decía que es preferible un malvado a un tonto porque los malvados descansan. El señor ministro es un pésimo dialéctico. Primero asegura que la policía nunca recibió la ficha completa del tal Alexander King y luego reconoce que la policía no incluyó dicha ficha en sus archivos. Su razonamiento se asemeja al de aquel acusado que afirmó ante el juez dos cosas: primero que no mató a su mujer y, segundo, que no fue con un cuchillo. Ha dicho Acebes que la pobre Dolores Vázquez reunía «el perfil delincuencial más verosímil», pero ha omitido decir que reunir ese perfil es un motivo suficiente para condenar a alguien a estar quince años en la cárcel. Por fortuna, y por humanidad, en nuestro país no existe la pena de muerte. Si hubiera continuado su macabra vigencia, doña Lola hubiese pasado a mejor vida. Hay motivos para sospechar que si a Acebes le manda Scotland Yard el currículum de Jack «El Destripador», lo archiva. Michavila y él, que en opinión de sus íntimos son dos personas excelentes, son malísimos tirando a pésimos, como ministros de Justicia y de Interior respectivamente. La seguridad ciudadana en España es una catástrofe, aunque el Gobierno, fiel a su tradición, jamás haya reconocido el menor error. Los únicos que pueden estar tranquilos son los asesinos con antecedentes.