DESDE LA CORTE
Ánimo, señor Zapatero
LAS ENCUESTAS insisten: el PP está muy bien situado ante las elecciones de marzo. Tan bien situado que, si las cosas siguen así, puede revalidar la mayoría absoluta. Mariano Rajoy puede preparar y recorrer el camino que falta con la tranquilidad de quien se anuncia como ganador. Es más, igual que ocurre en el fútbol, es muy probable que sea premiado con «la suerte del campeón»: penalties en el último minuto, fallos de defensa que el equipo contrario no aprovecha, y goles cantados del mismo adversario que no llegan a la red. Si me detengo en este panorama, es porque faltan seis meses para las elecciones, y hace ahora seis meses las cosas estaban al revés. Comenzaba abril, y el gobierno venía de recibir ese triángulo de varapalos que tanto hemos recordado: huelga, Prestige, Irak. Aunque todos sospechábamos que se trataba de impulsos emocionales, los sondeos que entonces se publicaban anunciaban victoria para el PSOE. ¿Lo recordáis? Después pasó lo que pasó, la huelga se archivó, el buen tiempo evitó nuevos descalabros del Prestige, y la oposición no supo buscarle las cosquillas a Aznar, como le hicieron a Bush y Blair. Y encima, «lo de Madrid». Resultado: lo ocurrido en este país se estudiará en las universidades. Es una lección de cómo un partido dilapida su capital y cómo un gobierno lo recupera. Para «tirarse de los pelos», que diría Alfonso Guerra. El caso es que ese gobierno es igual de antipático que antes. Tiene los mismos gestos de arrogancia. Deja que sigan subiendo los precios de las casas hasta el escándalo. No ha resuelto los graves problemas territoriales que amenazan al Estado. El Prestige sigue almacenando veneno. Se abren simas al lado de un tren de velocidad a veces elevada. No aparecen las dichosas armas de destrucción masiva¿ ¿Merece la mayoría absoluta? Algo tendrá, y no sólo suerte. Digo esto para animar al PSOE y a Zapatero. Seis meses no son nada en la vida; pero, en política, parecen una eternidad. Si en seis meses Aznar consiguió dar la vuelta a los estados de opinión, los socialistas lo pueden hacer también. Lo único que requieren es acertar. Proponer, proponen todos los días. Ayer mismo presentaron una «ofensiva social». Pero sus sabias ofertas son manipuladas o devoradas. Devoradas en cuanto aparece un Maragall que dice lo del agua. Con candidatos así, no necesitan que el gobierno use sus influencias para deteriorarles. Lo que necesitan es que alguien vaya detrás de todos los «maragalles» imitando aquello del esclavo del César: «Recuerda que eres del PSOE; recuerda que nos jugamos el cocido».