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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL GASTO en Educación registra su menor crecimiento en cuatro años. En los Presupuestos para 2004, el Gobierno ha decidido no derrochar en ese capítulo, que sin duda considera menos importantes que otros. Es cierto que la ha aplicado un 5,07 más que el año anterior y si nos atuviésemos sólo a ese dato todo estaría muy bien, pero hay que añadir que se trata del incremento más bajo desde hace cuatro años, precisamente en el curso en el que empieza la reforma de la Ley de Calidad. Lo queremos reformar todo, desde la Constitución a la Ley del Menor, pasando por la de Extranjería y la verdad se que hacen falta muchas reformas, entre otras la de cada uno de nosotros. No llevamos camino de emprenderlas si se restringe en Educación. Para aumentar ese presupuesto hace falta dinero, por supuesto, pero también voluntad política. Como está suficientemente comprobado que nadie nace sabiendo nada, la enseñanza es lo más importante de todo. Los que tienen en sus casas algún libro, además de la guía de teléfonos, no van a los campos de fútbol con navajas dispuestos a matar si se produce un penalti dudoso, a condición de que sea contra su equipo. Quienes queman autobuses, destrozan papeleras, rayan coches nuevos, empuercan las paredes y queman perros callejeros, han leído poco. También los que rebuznan impetuosamente en los debates televisivos o no desconectan el móvil cuando van al cine. De la evidente degradación de la vida española son culpables los que creen que tienen prioridad todos los gastos del Estado y eso de la Educación está al final, por si queda algo. Encoge el corazón enterarse de que nuestros científicos tendrán que pedir un crédito para financiar sus proyectos. Hace llorar que el Ministerio de Educación haya previsto financiaciones para 25.400 becarios menos que en 2003. Un ahorro carísimo a la larga. Amor y pedagogía son la solución. Mientras más se gaste en pupitres hoy habrá que gastar menos el día de mañana en repoblación forestal.