Diario de León

DESDE LA CORTE

La sentada de Zapatero

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FERNANDO ONEGA
León

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RODRÍGUEZ Zapatero y sus charcos. El líder socialista se está especializando en meterse en todos los charcos que hay en el camino de La Moncloa. El último, el que encontró en el desfile de la Fiesta Nacional. Se rendía homenaje a las fuerzas que están en Irak. Pasaban banderas y tropas de Polonia y las naciones hispanas. Y con ellas, la enseña de Estados Unidos. Las autoridades de la tribuna se levantaron. Don José Luis se quedó sentado. Y se armó el lío. La pregunta que desde entonces se hacen los corrillos no conoce términos medios: ¿estamos ante un político consecuente o un irresponsable? La respuesta tampoco conoce términos medios. Sus partidarios lo defienden: el Gobierno quiso hacer del des file un acto de propaganda de su política. Ni Zapatero ni Llamazares podían contribuir a tal «manipulación» de los símbolos y del mismísimo Ejército. Los críticos, en cambio, entienden que el secretario general es un inmaduro que aprovechó la solemnidad del momento para hacerse la foto; que hace partidismo de un desfile y que, en consecuencia, no se podrá poner en sus manos la gobernación de España. Como estamos en tiempo electoral, la polémica no hizo más que empezar. Por mi parte, creo que Zapatero tiene razón en dos cosas: una, en que no está claro que un desfile para celebrar la Fiesta Nacional sea el momento adecuado para rendir homenaje a la bandera americana. Y la segunda, que, estando la sociedad tan dividida en torno a la guerra de Irak y la presencia militar posterior, se debiera, al menos, haber explicado a las fuerzas de oposición. El 12 de octubre quiere ser una fiesta de unión. Cuando la opinión está tan fragmentada, cualquier gesto es metido en el saco de la controversia. Pero, por encima de estas amables consideraciones, Zapatero es víctima de su posición anterior. Un hombre que participó en manifestaciones, que insinuó el retorno de nuestras tropas, que condena sin paliativos la alianza de España con Estados Unidos, tenía muchos problemas para dar el «cabezazo» el domingo. Si hubiera hecho las mismas reverencias que las autoridades -la mayoría miembros del PP-, estaría contradiciendo con los hechos lo que antes había predicado. Ahí sí hay coherencia. Lo malo es que me temo que la gente no lo ve así. La mayoría de la gente no entiende ni justifica esas sutilezas. La gente, en estos casos, ve un acto de rebeldía, por no decir de oportunismo fotográfico. Y el gobierno y el PP, con su formidable aparato de propaganda y agitación política, se lo harán pagar en imagen y prestigio. Y es que hay veces que el mejor gesto político es quedarse en casa.

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