TRIBUNA
Siete mil litros de sangre
IMAGINO que ver que alguien contesta sus razonamientos puede darle cierto orgullo. Nada cae en saco roto y por eso, aunque su forma de razonar hace aguas por todas partes, no puedo dejar sin contestar su artículo en Tribuna -3 de octubre-, porque el asunto tiene detrás más de siete mil litros de sangre. Antes del juego lógico es preciso aclarar los conceptos, señor Pinto Cañón, porque si no, se cae en el despropósito y del discurso vacío. Por ejemplo: su primer razonamiento no es tal. La forma del mismo sería esta: si ETA quiere la independencia y el PNV quiere la independencia del país vasco, entonces ambos tienen el mismo objetivo. Otra cosa es que no coincidan en los medios. Pero ahí es donde aparece algo que sólo la pragmática desvela: la sinceridad de Eta y la mala fe y la hipocresía, el cinismo y la falacia del PNV. Un partido con un gobierno que teniendo la obligación legal y los medios legales de combatir la violencia, se limita, en la mayor parte de las ocasiones, a poner cada compungida cuando Eta mata, y que ha sostenido sistemáticamente el argumento perverso de que el asesinado «algo haría» contra el independentismo, no merece estar al frente de una nacionalidad. ¿Qué por qué decimos eso? Pues porque además de la lógica existe la pragmática que se ocupa de desvelar lo que el discurso no dice literalmente pero se esconde bajo las palabras. Por eso, y yendo al grano, el que el Pene Uve haya condenado la violencia no significa que no tenga nada que ver con ETA. Hombre, esas condenas no son más que conductas de mala fe características del peor jesuitismo del que tanta gala hace Arzalluz. Pactos, contactos, visitas a las covachas terroristas, condiciones, directrices y sobre todo aprovechamiento de su fuerza brutal para formar decisiones beneficiosas para el independentismo que ambos comparte, todo ello indica, sin duda, que las palabras de condena no son condenas sino aplausos en clave. Si es usted sincero, es usted un maravilloso ingenuo que se guía por la creencia en la sinceridad del ¡Pene! Uve. Eta con la pistola es más noble que el PNV con la palabra, no se engañe. Lo que le hace a uno buscar un asiento antes de caerse de culo, es la reductio ad absurdum que usted utiliza para demostrar la verdad de un silogismo mal hecho. Su discurso se vuelve diarreico: dice que «pretender que PNV y ETA tienen el mismo objetivo es como decir que el PP, el Psoe y Eta defienden los mismos intereses porque las tres defienden la existencia del Estado», o como decir -digo yo- por consiguiente Chaves y Maragall no usan calzoncillos Armani. Estaríamos buenos si la existencia del Estado Español dependiera de la defensa del PP y PSOE. El estado español está por encima de los partidos políticos; y de su Constitución dimana hasta la existencia del PNV, mientras que el estado vasco ni existe, ni existió nunca -bueno, algunos dicen que existió treinta años- y el destino de ese país ha estado ligado siempre al del resto del estado español. Ya sé... ya sé... el presidente del gobierno vasco quiere parir esa criatura, -Arzalluz dixit- un engendro que aconsejaría abortar a cualquier par turienta sensata y también, que quieren que el Estado le haga el regalito de reconocerla en pie de igualdad. ¡Tocaré la flor María Manuela! ¿Y si Teruel o Soria u Olleros de Sabero exigieran que las reconociesen como estado en paridad con el Estado...? ¡Vaya, vaya! No mire esto como la destrucción de un argumento absurdo por reducción al absurdo sino por la gracia que a veces encierra el absurdo como argumento. No es el PP y el PSOE, como usted dice, quienes están convencidos de que el plan Ibarretxe divide y fractura, sino todos los españoles menos unos trescientos mil nacionalistas. Y vuelve usted a la reducción al absurdo como argumento lógico. Tanto el plan Ibarretxe como la ausencia del plan dividen a la sociedad. Ahora tenía que concluir por consiguiente la fractura no tiene que ver con el plan. Pero no. Usted usa de la analogía comparando la Constitución, nuestra querida Constitución con el plan Ibarretxe y además la mira como si la Constitución fuese una imposición de una sociedad a otra. ¿A qué otra? La Constitución es el patrón de la legalidad que una sociedad democrática se da a si misma y la acepta: y si alguno no lo acepta, tampoco acepta el derecho que de ella se desprende y si no lo acepta como el PNV (Arzalluz se ha vanagloriado de no jurarla) qué hace ese partido dentro de la gran institución democrática del estado? Y todo porque usted se empeña en distinguir el pueblo vasco del español que serían todos los demás pueblos. Algunos empresarios - asegura usted y asegura bien- dicen que la independencia de Euskadi supondría la ruina del país vasco y un incremento del desempleo sin precedente. Si fuera cierto alguien se beneficiará y por propio interés defendería la independencia desde fuera de Euskadi... La ruina del país vasco, querido amigo, sería una desgracia para todos. No se ve por qué un país vasco arruinado sería beneficio para alguien. Vaya... vaya. Su profesor de filosofía de bachiller debió atosigarle la cabeza con las famosas figuras lógicas... ¿recuerda?... bárbara, celaren, darii, ferio, etcétera. El tal profe debió vigilar más su manera disparata de formalizar y darle con las tablas de verdad en la cabeza de vez en cuando. Y sobre todo debió imponerle disciplina de pensamiento. Y eso porque a renglón seguido se asegura que se olvidan cuestiones históricas, sociales y políticas implícitas en la propuesta de soberanía. Pues no. No se olvidan. Sobre todo porque las cuestiones históricas son amañadas y falseadas sistemáticamente en el paÍs vasco desde que se le dieron las competencias en educación... ¿dónde hubo una historia de Euskadi separada de la española? ¿Dónde una vida política o social separada del resto de la nación? Si me dijera que el idioma... Pero usted sabe muy bien que el batúa no es un idioma natural sino un artificio que se da como coartada. Hay muchos hermosos dialectos vascos, pero en ningún valle de Euzkadi encontrará, transmitido de padres a hijos, el batúa que hoy se enseña en las escuelas. Mire: ¡ni en la pobre mente de Sabino Arana! En cuanto al chiflo, el tamboril, el chistulari y el frontón... Los hay aquí en Maragatería... pero chitón, no vaya el tal Ibarretxe a reclamar soberanía sobre Castrillo de los Polvazares. ¡Divertida la historieta del señor Mañero -quién fue primero: el huevo o la gallina... ¿el huevo de quién?- su profesor de filosofía a quien debe usted su capacidad lógica! Por último, señor Pinto Cañón, la esperanza de que la construcción de un Estado europeo con una constitución, remodele las estructuras nacionales y acabe con la violencia terrorista es una esperanza hermosa que me reconcilia con usted, pero sólo es una esperanza, es decir nada seguro... claro: la esperanza es un deseo proyectado hacia el futuro. Pero hay quien piensa que la esperanza (¡perdóneme, señora Aguirre, que no va con usted!) es el peor de los males porque los prolonga todos. La extirpación de la violencia es cosa de educación democrática. La extirpación del crimen en cualquiera de sus formas es cosa de paciencia policial y rígida ley carcelaria que reeduque a un hombre durante toda su vida, en la cárcel a ser posible. ¡Créame que aprecio su voluntad de imponer la razón a la violencia, pero no me razone así, porque los malos argumentos destrozan una buena causa!