Diario de León

DESDE LA CORTE

¡Qué increíble, señor ministro!

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

Creado:

Actualizado:

ÁLVAREZ CASCOS es un ministro básicamente honesto. Si no fuera honesto, no tendría el valor de salir a la prensa a defender la figura de Javier Arzallus. Pero lo hizo, recordó que Arzallus es un hombre que siempre ha cumplido sus compromisos, y lamentó que no haya habido un mejor entendimiento con él. Alvarez Cascos rompe así la aparente unanimidad del Consejo de Ministros y deja un nuevo poso de duda en quienes sospechamos que la política de Aznar no es la única posible en el País Vasco. Además de esto, el diagnóstico de Cascos resulta muy inquietante ante el futuro. Los que vienen detrás de Arzallus, ha venido a decir, son menos inteligentes y más radicales. Traducido al lenguaje ordinario, suena como esas despedidas a Jordi Pujol que estamos escuchando en los últimos meses: «Nos vamos a acordar de él». ¿Nos vamos a tener que acordar también de Arzallus, a pesar de todos sus desafíos, sus discursos de campa o sus recuerdos de las bombas de Franco? Es posible. Después de Arzallus viene, como primer paso, el plan de Ibarretxe. Y, en cuanto a nombres, Josu Jon Imaz, o Joseba Egíbar. Si es el primero, triunfará la línea del lehendakari. Si es el segundo, el sector más independentista del PNV. Y, en todo caso, faltará la experiencia de un Arzallus, que ha vivido los logros y las angustias de la transición y sabe cuáles son los riesgos de poner en aprietos a la democracia. Arzallus pudo haber sido, como Pujol, destinatario del mensaje del Rey en la noche del 23-F: «Tranquil, Jordi, tranquil». Ahora, tanto en Cataluña como en el País Vasco, llega al poder nacionalista una nueva generación, representada por estos nombres y por Artur Mas. Son gentes que hace 25 años, cuando se aprobó la Constitución, apenas habían alcanzado la mayoría de edad. No tienen memoria histórica, simplemente porque no han vivido otras épocas. Se han formado políticamente en el nacionalismo, y el nacionalismo es su único horizonte vital. Ese es el panorama que tenemos por delante. Ante esa perspectiva, cabe preguntarse si la mejor opción sigue siendo mantener un muro de incomunicación. Un muro que le hizo preguntar a Iñaki Anasagasti: «¿Es admisible que Aznar esté quince segundos con Ibarretxe y cuatro horas con Gadaffi?» Ese muro no hace otra cosa que encerrar a los nacionalistas en sí mismos. Les hace crear fronteras mentales. Y ahí está, para demostrarlo, el ejemplo de Arzallus: mientras era llamado a Madrid y hablaba con Cascos, cumplía sus acuerdos. Después se echó al monte. Lo increíble es que nos tengamos que acordar de él. No hay un peor anuncio de futuro.

tracking