BURRO AMENAZADO
Turismo verde
LOS PRIMEROS estudios para saber qué busca el turista de interior , viajero que recorre el campo a su aire, los han hecho en Estados Unidos, país enorme, casi un continente, que oferta gran diversidad de ambiente: glaciares y tundra de Alaska, los Grandes Lagos, Montañas Rocosas, Gran Llanura, forestas de los Apalaches, marismas, algodonales del Missisippi, desiertos de Arizona y Tejas , e incluso los paisajes insulares de Puerto Rico las coralinas Hawai. Aparecen preferencias fijas, independientemente de que el protagonista sea mochilero, correcaminos, padre de familia agobiado por chiquillería, ricacho, amante de la naturaleza, punky, pareja en celo, aristócrata o Camilo conducido por choferesa negra al gazuceo de pollo de Kentucky, por escasez de fabada en Yanquilandia. Tres son los rasgos que el turista rural gusta, repitiendo estancias: valles que ofrecen frescor, por presencia de ríos, sotos o lagos; abundancia de árboles y vegetación natural; y, presencia de roquedos, en terreno abrupto. Algún listillo dirá: -Tanto neoyorquino, incapaz de distinguir la vaca del cerdo, solo vistos en hamburguesas, le das montaña y se corre. Seguro que los españoles, herederos de boina , somos diferentes. Tere Andrés, bióloga de Villanueva de las Manzanas, ha efectuado una investigación sobre turismo en La Rioja. El análisis repite modelo y el visitante elige pueblo con vallonada, río, laderas boscosas y relieve agreste. Ni chuletas de cordero, tinto de crianza y fiestas con vaquillas y chunchún, evitan que el paisaje rechazado sea el de los viñedos y las tierras de labor del Ebro. Desespera observar la caída brutal del patrimonio verde leonés, el más querido por el turismo. Sierras entregadas por vecinos judas, traidores a su cuna, a la barahúnda agresiva de parques eólicos. Incendios, maltrato, Camino de Santiago cucificado a terrazas de pino. La Junta , solemne, escapista, afirma: el futuro de León es el turismo rural. ¡Qué farsa