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CRÓNICAS BERCIANAS

Sobre ostras y arcángeles

Publicado por
León

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TENDEMOS los periodistas a atormentarnos, a devanarnos los sesos en el análisis de los comportamientos de los políticos por los que nos dejamos administrar. Me ocurrió una vez más tras el sorprendente idilio entre el presidente del Consejo del Bierzo y su antecesor. Me perdí entre las fragas mágicas del río Eume tratando de imaginar duendes saltarines entre los helechos y los líquenes canos de las ramas de carballos centenarios, pero fui incapaz de alcanzar el ascético sosiego que me prometieron. «¿Y a mí que coño me importa que Susi y Ricardo sean ahora tan colegas después de todo lo que se han despreciado?», acabé interrogándome con cierta familiaridad. Pero tampoco halle respuesta a esa absurda obsesión por la disección a toda costa. Hubo de llegar el lunes y una larga mañana de espera en el atiborrado salón de actos de la Uned de Ponferrada para encontrar un oráculo en la lección magistral de Fernando Savater. Las aceleradas reflexiones del filósofo vasco sobre la antropología de la libertad me revelaron que no merece la pena indagar tanto sobre las actitudes, mejor dicho sobre los cambios de actitud de los políticos. Tome conciencia cuando Savater se sacó de la manga de su camisa de seda azul la clasificación que un pensador renacentista, Pico della Mirándola, elaboró para explicar cómo el hombre, a diferencia de otras especies, es capaz de labrarse su destino, de elegir, y de evolucionar sin sentirse determinado como un mono o un pingüino. Della Mirándola, al parecer, colocó a la ostra en lo más bajo y abyecto de esa escala evolutiva, y a los arcángeles en su cúspide más sublime. Así que me aferré a la teoría del filósofo italiano para comprender que tal clasificación sería asaz oportuna para los vaivenes de los políticos, y concluir que antes de su cordial entente tanto Susi como Ricardo fueron durante meses ostras públicas, y que tal vez por la graciosa determinación de Miguel Martínez o de Antonio Canedo -en justicia angelicales aspirantes a las más altas cotas de representación parlamentaria- han decidido trepar por la escala del viejo Pico hasta compartir una posición privilegiada -más allá acaso del de las moscas cojoneras- y que al fin formarán parte de la fauna socialista leonesa que Rodríguez Zapatero debe esperar bien saneada mucho antes de que lleguen las próximas elecciones generales. A partir de ese epicureista enfoque «Picomirandolista», como comprenderán, en los días siguientes ni siquiera me he esforzado al tratar de explicarme la sideral crisis del PP berciano, alimentada por la abundancia de ostras en torno al liderazgo provincial y de nacarados arcángeles en la cúpula regional. La conclusión está muy clara, a los populares les vendría al pelo montar en estos momentos una ostrería. Pero que tampoco descarte nadie una evolución a lo socialista... Que en realidad en su momento ya lo cantó mucho mejor Antonio Machado: «El hombre sólo es rico en hipocresía. En sus diez mil disfraces para engañar confía, y con la doble llave que guarda su mansión, para la ajena hace ganzúa el ladrón».

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