Diario de León

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BAIKONUR, la estación de lanzamiento espacial ex soviética, hoy rusa, aunque en territorio de Kazajistán, es un lugar en medio de la nada acostumbrado, eso sí, a ver cómo se lanzan los cohetes Soyuz. El pasado sábado, Pedro Duque, un astronauta español de los más jóvenes en lo suyo, simpático y con carisma, inauguraba la presencia española en un lugar en el que antes, simplemente, nuestra bandera no contaba. Cierto que el billete para ese viaje ha costado casi trece millones de euros, que no tendrán un retorno inmediato para la industria española, aunque quién sabe cuánto vale -que no cuesta- ese viaje a las estrellas en términos de imagen, de ilusión y de hacer país y forjar vocaciones. Por ello, en medio de la cierta polémica que se suscita acerca de si la aventura espacial de Duque nos ha merecido o no la pena al conjunto de los españoles, yo, tras haber viajado a Baikonur y haber asistido, desde una distancia privilegiada, al lanzamiento, me inclino por la primera hipótesis: creo que el retorno en imagen, en orgullo patrio y en conocimiento internacional de la nueva realidad española es francamente positivo. He titulado este comentario «la carrera espacial de Aznar» porque tengo la impresión de que a él, y a un grupo esforzado de técnicos y funcionarios del CDTI, que es el centro del que dependen las relaciones con la Agencia Espacial Europea, se debe el que se haya concretado este segundo viaje a las estrellas de Pedro Duque, el viaje en el que España se ha involucrado más en términos humanos y económicos. Lástima que la inversión no se haya aprovechado hasta sus últimas consecuencias en el terreno de la comunicación, nacional (donde la polémica, un tanto cicatera, se limita a señalar que el dinero del vuelo de Duque podría haberse destinado a mejorar algo las condiciones de los becarios) e internacional. Y es que en política tan importante es hacer cosas como saber venderlas, algo que, dicho sea de paso, no parece ser la especialidad del por otra parte buen gestor que es el ministro de Ciencia y Tecnología, Juan Costa. Menos mal que Pedro Duque, ya lo estamos viendo abriendo, al fin, los noticiarios de la radio y la televisión, se vende solo.

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