No todos

ESTE DOMINGO todos perderemos un poco, hasta quienes ganen en las elecciones en Madrid. El daño ya hecho a la democracia y a la dignidad de los políticos honrados es muy grande. Quedará un poso de tristeza, incluso en aquellos que la disimulen por los aplausos. Pierde la democracia. Pero hoy quiero escribir no sobre los malos políticos, sino sobre los buenos, que son mayoría. No importan las siglas. Y no estoy hablando en abstracto, sino desde la experiencia del trato. Recuerdo que cierta ocasión charlando con Vela Zanetti, y últimamente no paro de citarlo en esta columna, le dije: «bueno,  ya sabes como son los políticos». Entonces, él, me cortó: «ojo,  Aguirre, no todos, si yo pensase que todos los políticos son iguales ya hace mucho que me hubiese pegado un tiro». He citado con precisión matemática. Tenía razón el pintor, cuántas veces generalizamos injustamente sobre esto y aquello, pero muy especialmente sobre esto. La mayoría de los políticos son honrados. Si quitamos a las palabras de Vela lo del tiro metafórico, y que provienen de un hombre que luchó en una guerra, nos queda la realidad de su honrado mensaje: no se puede generalizar en nuestras condenas de la clase política, pues, en efecto, no todos son iguales. Si yo generalizo estaría ofendiendo a muchos políticos con los que he tenido y tengo trato, y de los que puedo dar fe de su honradez profesional y de sus calidades humanas. Tenía razón Vela, no todos los políticos son iguales. Puedes votarlos o no, coincidir o no, pero la honradez de esa mayoría no puede ser cuestionada sin ser injusto. Qué daño hacen unos pocos ubicados siempre en el corazón de la charca.   PP y PSOE tienen la obligación de hacer limpieza, pero sin patadas hacia arriba, que así no vale. El domingo, gane quien gane, sólo habrá espejismos de victoria. Ambos partidos necesitan una larga jornada de reflexión y colgar, bien visible, el cartel de reservado el derecho de admisión.