Plusmarcas y estadísticas

AHORA se mide todo al milímetro, como en el atletismo, y estamos viviendo el reinado de la estadística, esa ciencia que según Pitigrilli, que firmaba así para poder poner los puntos sobre las íes, consiste en descubrir que si yo me he comido un pollo y usted no se ha comido ningún pollo, hemos comido, por término medio, medio pollo cada uno. Se hacen estadísticas de los orgasmos de las personas mayores de setenta años, de los gigantes más bajos,de los náufragos que lograron sobrevivir en las islas superpobladas, de los antifranquistas retrospectivos, de los que no se mueren de hambre ganando un euro al día y de los que hacen la más difícil de las colecciones, que como se sabe es la de agrupar en una vitrina mendrugos de ciudades sitiadas. Ostentar una plusmarca, sea de lo que sea, es un mérito indudable. Por eso se reedita constantemente el libro Guinness, ese monumento a la estupidez humana. España, que no puede alardear de muchas plusmarcas -hay países que pueden presumir incluso de mayor corrupción- ha logrado ser la tercera potencia cardenalicia. Sólo nos superan Italia, como es natural, y Estados Unidos, como es obligatorio. De otras cosas quizá no, pero de cardenales estamos que quita el sentido. Con las investiduras del arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, y del miembro del Opus Dei, Julián Herranz, pasamos a ser el tercer país del Colegio cardenalicio en número de purpurados. Tenemos, afortunadamente, nueve príncipes de la Iglesia, de los cuales seis pueden elegir al futuro Papa en el cónclave que ni los más optimistas auguran que sea lejano. Las conjeturas, que no prevén que la paloma pueda equivocarse, apuntan a que el sucesor de Pedro será europeo y ni demasiado viejo ni demasiado joven. Mientras algunos trazan el retrato robot del próximo Papa, nosotros estamos haciendo el perfil del joven delincuente. Batimos la plusmarca de delitos cometidos por jóvenes: la cifra se ha duplicado en diez años. Son chicos analfabetos y drogadictos. Si estamos de cardenales que quita el sentido,tampoco estamos mal de muchachos que quitan la cartera.