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Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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LO QUE mañana domingo está en juego en Madrid va más allá de saber cómo se resuelve el drama abierto tras la traición a su partido de los diputados socialistas Tamayo y Sáez. Si la vencedora -como pronostica la última encuesta del CIS- fuera Esperanza Aguirre, es muy probable que la dirección del Partido Popular cayera en la tentación de interpretar y presentar los resultados en clave plebiscitaria diciendo a los cuatro vientos que los madrileños no se habían creído que exista la trama corrupta de intereses político-inmobiliarios que denuncian los socialistas. Ya ocurrió algo parecido tras el 25 de mayo en relación a las manifestaciones contra la guerra de Irak y las movilizaciones de protesta por los vertidos del Prestige. A mi modo de ver, sería un error. Aunque el PSOE no ha podido probar la mayor de sus acusaciones, el tufo que desprenden las actuaciones de Romero de Tejada, alto dirigente popular en Madrid es más que sospechoso. Si para en el PP el domingo duerme agazapada la tentación plebiscitaria, en el caso del PSOE la víspera es sencillamente dramática. Su candidato Rafael Simancas no sólo se juega su futuro político sino que, a la manera de Atlas, lleva sobre sus hombros nada menos que el futuro político inmediato de todo el Partido Socialista. Una derrota sonada en Madrid compromete también al equipo de José Luis Rodríguez Zapatero. El calendario es endemoniado: dentro de un mes Pascual Maragall batalla por última vez en Cataluña y dentro de cinco, es el propio Zapatero quien se la juega. Y sólo tiene dos opciones: ganar o rebajar de manera sustancial la mayoría parlamentaria de la que ahora dispone el PP. Es duro y desde luego injusto, porque sólo lleva tres años al frente del PSOE y ésta es su primera oportunidad; pero la política es así, carece de entrañas y sólo atiende a intereses.

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