EN BLANCO
Superávit y déficit
CON ESO del superávit del 0,5 por ciento del PIB para los Presupuestos de 2004, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se lo ha puesto demasiado fácil a la oposición para que planteara una crítica demoledora. La manía de este Gobierno de ser más guapos que nadie ha tropezado esta vez con un gigantesco escollo: el terrible déficit social, de infraestructuras y de investigación que sufre España con respecto a sus homólogos europeos. Por eso, hablar de superávit presupuestario se nos antoja un dislate a todos los que miramos estas cosas con un poco de sentido común y de sentido de la justicia y el equilibrio. Y me imagino que la ocurrencia gubernamental habrá ofendido a millones de ciudadanos que sufren en sus carnes las consecuencias de la doctrina del déficit cero, que ahora se agrava con el añadido del superávit presupuestario. La educación, la sanidad, la vivienda social, las pensiones, las infraestructuras viarias y de todo tipo, el nivel de nuestra investigación y nuestro desarrollo tecnológico, la penuria de la Justicia, lo que ustedes quieran, son algunas de las principales y graves carencias de un país extremadamente necesitado de mayores gastos e inversiones para el progreso y el bienestar del propio país y de sus habitantes. Dígannos que no hay dinero, dígannos que somos pobres de solemnidad, dígannos que nos aguantemos porque la cosa no da para más, pero no nos digan que ni siquiera nos vamos a gastar la totalidad del Presupuesto y que ese superávit lo vamos a enviar a enjugar la deuda del Estado. No sé si alguno de ustedes está atrapado en una hipoteca, o si acaba de viajar por la autovía de Andalucía, o si ha visitado algún Juzgado, o si está en una lista de espera sanitaria, por poner algunos pequeños ejemplos. Si es que sí, cuéntenme qué piensan del superávit del ministro Montoro.