EL BALCÓN DEL PUEBLO
De Raúl a Evaristo del Canto
ME PARECÍA frívolo asomarme hoy al «balcón del pueblo» voceando que Raúl, capitán del Real Madrid, almorzó ayer en el restaurante Casa Rafa. El mesonero y yo mismo somos culés recalcitrantes. Y confesos. Y también su hijo, al que me presentó en pañales y recién nacido, en su anterior establecimiento, La Poveda, con este anuncio blaugrana: «He aquí, al pequeño/gran Alan Simonssen». El Barça acababa de ganar una Recopa de Europa, y aquel danés pequeño y vivaracho fue el autor del gol. El capitán del Real Madrid almorzó en Casa Rafa, acompañado de su representante, a la sazón yerno de Alberto «el Gochero», quien también compartió mesa. Hay motes que alcanzan la dignidad bautismal. Fue la noticia del día hasta la sobremesa. Allí comparecieron periodistas, cámaras, chavalería, una nube para ver a este símbolo blanco, casi un fideo, pero fuerte como un varal de álamo. Nosotros, arracimados en torno a «La Concordia», cumplíamos con el rito de tolerancia, y afecto que nos imponemos cada último jueves de mes. La tarde era como un prólogo de lápidas, lágrimas, recuerdos, respeto y amor. Lluvia, frío y viento. Quizá no todos los moradores de los camposantos, auténticos protagonistas en el fin de semana que estrenamos hoy, creían tanto en Dios como los cipreses de José Mª Gironella. Llenamos de flores sus sepulcros, que tampoco son como los de Tarquimia, de Antonio Colinas. Las funerarias incluyen publicidad regocijante en los periódicos. Me he leído todas como si fuera el humor negro de Ops. Publicita Serfunle: "Nos preocupamos por todos. Tanatorio y Crematorio en Eras. Servicio 24 horas". Y concluye, oh, con el clásico: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar...". Y dice Los Jardines: "Usted elige, 24 salas velatorias, 22 coches fúnebres, 38 profesionales, un horno crematorio. Empresa 100% leonesa". Y Funbierzo: "Si necesitas los servicios de un tanatorio, no dejes que nadie decida por ti. Llama tú mismo". Otros once anunciantes del suplemento incluyeron anuncios asépticos. A todos les coloco bajo este balcón para arrojarles la maceta. Déjense de preocuparse por mi, yo no elijo, ni pienso llamar después de muerto. Si lo hago, será tan sólo para pedir el libro de reclamaciones. La muerte también es un negocio. Y negocio es lo que buscan cada día las entidades financieras. Ayer se reunió en sesión ordinaria el Consejo de Administración de Caja España. Lo que ya repicaban todos los badajos -cese del director general, Evaristo del Canto- se precipitó: él mismo presentó ayer al Consejo su dimisión irrevocable. El Consejo se la aceptó sin pestañear, aunque fue una sorpresa. Tenían previsto sustituirle en la última semana de noviembre. Evaristo del Canto, como buen paramés, se ha ido antes de que le echaran. Queda como director general accidental José Enrique Fernández Llamazares, estrecho colaborador de Del Canto. Será por muy pocos días. El Consejo tendrá que ponerse de acuerdo -se exige el consenso de dos tercios-- para el nombramiento del nuevo director general. Ya han comenzado los contactos al máximo nivel. La respuesta, en una semana. O menos.