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Publicado por
CAMINO GALLEGO
León

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YA PASÓ el día de todos los santos, que normalmente la gente utiliza para honrar a los difuntos, cuya festividad es la jornada siguiente. En esta ocasión, y por caer en domingo, también estuvo el viejo cementerio de San Froilán lleno a rebosar de deudos que acudían con muchas flores y menos plegarias ante las tumbas de sus antepasados. Pasear por un camposanto (incluso español, aunque tal vez sean de los menos estéticos) es tarea que recomiendo, por es bueno pensar que allí no hay trampa ni cartón, ni muertos de cinco estrellas. Puede haber tumbas o mausoleos de más categoría, pero los muertos son todos iguales en sí mismos, aunque no lo sean en el recuerdo que dejan. Estos días los cementerios parecen una floristería, un jardín, un bazar. Están las tumbas abarrotadas de flores naturales, de plástico o de tela. Rivalizamos también en esto, buscando ser superiores a las de los alrededores. Y sin embargo, no hay nada más desolador que este mismo lugar dentro de quince o veinte días, cuando se hayan marchitado las flores y el viento haya derribado ramos y macetas. La imagen de abandono y desolación es abrumadora. Y el silencio. No nos acordamos de los muertos casi nunca. Y con llevarles un ramo una vez al año nos parece suficiente. «Ya es bastante -decimos- que esto da mal fario». Les olvidamos, hasta el próximo 1 de noviembre, como se olvidaba también el Ayuntamiento de que ese funesto camino, esa avenida de San Froilán, también tenía derecho a ser arreglada. Aunque este año se acordó, pero podía haberlo hecho un poco antes para ser utilizada la calzada estos días, o un poco después y así no causar molestias a los miles de personas que acudieron al cementerio. De cualquier forma, es de agradecer que, por fin, se adecente este acceso, porque ello supondrá que el próximo año no habrá que sufrir los baches, ni los chapuzones a que se arriesgaban los peatones. Más vale tarde que nunca.

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