Cuenta atrás en Euskadi

YA SE ha dado la señal de salida de una carrera de la que se desconoce la meta. El gobierno vasco, que legítimamente gobierna Euskadi y dispone de mayoría parlamentaria, aunque sea de hecho, para hacerlo, ha emprendido un camino que pasa por estaciones tan convulsas como la superación del Estatuto de autonomía del País Vasco y por la modificación de la Constituciónespañola. Dos hitos de concordia en la estremecida historia de España, en la que no pocos muertos y batallas se han producido en el camino hasta lograr consensuar esos dos textos que parecían sagrados. En principio, en democracia, hay procedimientos para conseguir casi cualquier cosa. Incluso lo que quiere el lehendakari Ibarretxe. Sólo que el asunto que plantea no es ni siquiera una cuestión entre vascos, porque la soberanía española radicaen el pueblo español, en su conjunto, y no se puede parcelar ni en virtud de supuestos o reales derechos históricos ni por ninguna otra circunstancia. Para cualquier modificación de la Constitución se requiere una amplia mayoría de españoles, vascos incluidos, naturalmente. Pero la aventura emprendida por el lendakari tiene el gran peligro y el vértigo de las empresas imposibles: sencillamente que llegue a consumarse por la suma de errores de quienes se oponen a ella, por cansancio de quienes no están dispuestos a perder su vida en esa empresa y por obstinación de quienes están empeñados, sobre todo emocionalmente, en que los vascos no sean españoles. Es muy importante quitar suelo a las pretensiones nacionalistas demostrando cada día que la mejor, la más inteligente y la más completa forma de ser vasco es ser al mismo tiempo español, gozar de las libertades de nuestra Constitución y concurrir a Europa en un equipo ganador que tenga posibilidades de una participación muy activa en la Europa del siglo XXI, en la que además cada vez va a ser menos definitorio el lugar de donde uno procede. Ese reto requiere inteligencia política y mucha sutileza, porque la primera tentación del Partido Popular va a ser utilizar este contencioso para sacar tajada electoral en todos los rincones de España por el sencillo procedimiento de resucitar una España enterrada, la de la histeria nacionalista, para arrojársela a los vascos que no quieren ser españoles.