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Publicado por
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE
León

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CUANDO tienes que vértelas con la Justicia el dinero es uno de los mejores padrinos. Y, en España, veinticinco años después de que la Constitución nos proclamase iguales ante la ley, sigue siendo cierto que quien tiene padrinos se bautiza. Si Enrique Pociños, el albañil tetrapléjico tras caer del «andamio basura» de la «empresa basura» que le hizo el «contrato basura» del que dependía el pan de sus hijos, hubiera podido pagarse uno de esos carísimos abogados que igual te liberan un «narco» que ayudan a incumplir una sentencia firme a los poderosos -sí, estoy pensando en que «los Albertos», en Juan María Atutxa...-, es muy probable que, en vez de reclamar su indemnización por lo penal la hubiera reclamado por lo civil. En cuyo caso, según el presidente del Tribunal que le ha considerado culpable de quedarse tetrapléjico, «el trabajador habría ganado la sentencia de calle». Es decir, ya habría cobrado. Mi primera impresión era que estábamos ante un error judicial más, incomprensible si quiere n pero explicable, atribuible, como tantos otros, a una interpretación desafortunada de una ley confusa. Los jueces se pueden equivocar, no son máquinas. Pero, tras lo que ha dicho este señor juez, presumo que, en el caso que nos ocupa, ni la ley es confusa ni el juez albergaba duda alguna de que Pociños tenía derecho a lo que reclamaba cuando se le denegó. A sabiendas de que él era la última instancia realmente al alcance de un humilde albañil, le negó ese dinero, no desde la convicción de que no le correspondía sino porque el hombre se equivocó de camino legal y en vez de reclamarlo por lo civil lo hizo por lo penal. Con el corazón en la mano, señoría: ¿de verdad «obliga» eso a condenar a la víctima a pesar de saberla inocente y a absolver al culpable a sabiendas de que es culpable? Si la respuesta es que sí, tengo otra pregunta: ¿de verdad vivimos en un Estado de Derecho?

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