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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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TODA la vida se ha dicho que subir los impuestos es una medida impopular, lo cual no deja de ser una perogrullada porque es obvio que los paga el pueblo. Como siempre. Pero, sentada esta inevitable premisa, también a algunos nos caía bien la propuesta del alcalde de Madrid, señor Gallardón, de subir un 50% el IBI de los pisos vacíos, o sea la contribución, con los que especula pongamos que un 5% del pueblo español para forrarse a costa del otro 95%. Todos somos de pueblo a la hora de pagar, menos el Rey, que está libre de impuestos, y por eso terminamos pagando casi siempre los mismos, menos algún que otro pispo. Haciendo escaso honor a su apellido el alcalde de Madrid ha retirado finalmente su gallarda propuesta de parte del Partido Popular, que, a su vez, no honra al suyo. ¿Por qué un especulador con cinco o quince pisos no va a pagar cinco o quince veces más de IBI que el pobrín paisano que se hipoteca por treinta años o para toda la vida? ¿De dónde saca Rodrigo Rato que un especulador es igual que un paisano corriente? En las democracias modernas los ricos son tan finos que, por ahorrar impuestos, ni fuman ni beben, lo cual explica la longevidad de algunas fortunas. Ellos sabrán lo que ganan y lo que se pierden, pero la fiscalidad no es justa: no es lo mismo pagar por la hipoteca del techo familiar que por cinco o quince pisos que no amparan ni albergan a nadie, vicios aparte. Esperaba uno que la izquierda española hubiera, a su vez, amparado, al alcalde Gallardón con un «ya era hora», pero, por el contrario, ha arremetido furibundamente contra él al grito de «ese, que es de Aznar, también sube los impuestos». Y, hombre, no es eso. Tampoco Rajoy, con todo lo gallego que es, ha estado fino. Puestos a subir o bajar a la gallega impuestos y contribuciones, arriba o abajo sin que se note, podría haberle recriminado simplemente a Gallardón aquello otro del bandolero Luis de Vargas, que también recaudaba impuestos a su manera: «el que a los pobres socorre/y a los ricos avasalla». Puestos a robar en Madrid, a Gallardón le falta mucho de lo que le sobraba a Luis Candelas. O sea, lo que hay que tener.