Diario de León

EN EL FILO

A la espera de la esfinge

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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A ESTA legislatura le quedan dos cortes de pelo. En cuanto se aprueben los Presupuestos Generales del Estado y la Ley de Acompañamiento, acabará el actual período de sesiones parlamentarias, y es de esperar que ni siquiera se inicie el siguiente, dada la inminencia de las elecciones de marzo. Pero de aquí a entonces, aún queda para los dos grandes partidos, PP y PSOE, un obstáculo que, según lo franqueen, así les iría de bien o de mal hacia la meta de marzo. Se trata obviamente de las elecciones catalanas del próximo domingo, en las que, de acuerdo a los sondeos, el PP se convertiría en la cuarta fuerza política de la comunidad, cediendo a ERC el tercer puesto, y el PSC/PSOE, en el peor de los casos, podría verse debilitado por la aritmética de escaños en las negociaciones para formar un gobierno tripartito de izquierda. Tanto Rodríguez Zapatero como Mariano Rajoy esperan a que hable la esfinge electoral de Cataluña para matizar sus respectivas estrategias. El candidato «popular» ya ha expuesto las líneas de su política económica ante la flor y nata del mundo del dinero, pero sometiéndolas a un pragmatismo cauteloso, mientras que su adversario socialista, tras declarar abolida su oposición útil, inaugura, también por utilidad, la alternativa serena y responsable a un Gobierno supuestamente agotado del PP. Ninguno de los dos candidatos va a caminar por un camino de rosas. Si Zapatero está obligado a conseguir que su apuesta de cambio sea creíble y ofrezca un perfil político verosímil, Rajoy tendrá que llevar sobre sus hombros dos problemas que Aznar va a legarle: el presumible retroceso 'popular' en Cataluña y la situación en el País Vasco. Más importante, sin embargo, que el resultado electoral del PP en la confrontación catalana será el estado en que queden las relaciones entre el PP y CiU. Seguramente no tendría que esforzarse mucho Rajoy, hombre de diálogo y amabilidades, para restablecer lazos con Artur Mas y Duran Lleida, pero el problema no es el de corregir algo que Aznar ha ayudado a estropear, sino el de que a una CiU desalojada de la Generalitat tal vez no le interesase apoyar en Madrid a un Gobierno del PP sin mayoría absoluta.

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