Pacto de silencio en Caja España

EN CAJA España se ha impuesto algo así como un silencio de tumbas. Nadie abre la boca, ni para intoxicar. Desde la celebración de la anterior sesión del consejo de administración, en la que se produjo la rebelión contra el presidente, Juan Manuel Nieto, resulta casi imposible encontrar una grieta por la que colarse e investigar qué está pasando. El olfato periodístico me dice que algo serio y transcendente, pero son tantos los cabos sin atar, que sería una temeridad vocearlos sin anudarlos antes. El dinero es cobarde. Y como dicen los ricos, con las cosas de comer no se juega. Yo soy impositor de Caja España y deseo que escale todos los peldaños del «ránking»: del décimo puesto, al primero, algo imposible tal y como ha estado gestionada en los últimos años. Conozco algunos chequeos y no invitan al optimismo. El cambio en la gestión era imprescindible. Lo que me cuesta admitir es esa especie de hálito de silencio y tenebrosidad. ¿Qué tiene que ocultar Caja España para no ser transparente como el cristal?. La interrogación queda flotando en el aire. No es de extrañar que se haya disparado la rumurología, a la que jamás colocaré en la antesala de la noticia. La intoxicación es de tal naturaleza que algunas fuentes ya han dado por segura la reunión del tripartito que alcanzó el consenso: Juan Vicente Herrera, Ángel Villalba y José Mª Rodríguez de Francisco. Y no es verdad. Ni se han reunido ni lo harán esta semana. En la que viene, con seguridad, abordarán la designación del nuevo director general, puesto al que aspiran varios pretendientes, algunos ya repudiados por la Caja, que es la novia. Los fracasados en otras entidades no pueden encontrar refugio en Botines. Al día de hoy, lo único absolutamente seguro es que se ha convocado para el lunes próximo sesión extraordinaria del consejo de administración. Una sesión en la que el presidente, Nieto Nafría, tendrá que dar cuenta de sus negociaciones con el ya ex-director general, Evaristo del Canto. La ambigüedad en el acta que presentó Nieto Nafría, en connivencia con quien debe dar fe, el secretario Carlos García, no fue asumida por la mayoría del consejo. Por lo que sé, Evaristo del Canto está dado de baja en la Seguridad Social como alto cargo de la Caja a petición propia. No hay cese ni despido. El presidente tendrá, pues, que explicar al consejo si le ha concedido o no la indemnización, si le ha permitido o no incorporarse a la Caixa de inmediato, sin respetar los dos años de incompatibilidad con arreglo a la legislación vigente. No sé si Nieto Nafría tiene facultades delegadas del consejo para pactar ceses, indemnizaciones o lo que sea. En todo caso, el acuerdo del presidente tiene que ratificarlo el consejo. Y si no lo hace, el responsable es el presidente. La sesión del próximo lunes la exigieron los consejeros del PSOE, de la UPL y dos miembros del PP: Cecilio Vallejo, interventor de actas, y Javier García Prieto, vicepresidente. Quedó clara la división popular en la entidad financiera. Los que no suscribieron la convocatoria son próximos a Tomás Villanueva, esa sombra oblicua, pero tan alargada en la Junta. ¿Por qué Villanueva está tan aferrado a Evaristo del Canto y éste a Villanueva?.