FRONTERIZOS
Labaniego
DESDE ANTES del verano tenía esta columna pendiente sobre Labaniego, una aldea perdida del Bierzo Alto predestinada a la extinción en la que está ocurriendo el milagro de la resurrección. Al norte de Bembibre, desviándose a la derecha de la carretera de Noceda, una pista que alguna vez estuvo asfaltada (me cuentan que ahora van a repararla) asciende por una ladera boscosa que se ha salvado (otro milagro) de la rapiña del cielo abierto. Son unos pocos kilómetros que te dejan en este pueblo limpio, luminoso, ordenado, cuidado y vivo, rodeado de un robledal hermoso, todo como de cuento, como de ruralidad idílica que considerábamos desaparecida. Pero Labaniego no es sólo un rincón pintoresco no hollado por la garra de la minería depredadora y criminal. Existen en el pueblo varias casas de turismo rural, cuidadosamente restauradas y regentadas por un vallisoletano incorporado al censo local, que mantienen niveles de ocupación envidiables. Algunas viviendas se han reconstruido con exquisito respeto al entorno o con un punto de minimalismo arquitectónico de sorprendente contemporaneidad, hay ideas para aprovechar la abandonada iglesia y en el centro del lugar luce orgullosa una Casa del Pueblo donde se organizan con frecuencia proyecciones de cine, filandones y actividades que contribuyen a crear conciencia de colectivo entre los viejos y nuevos habitantes del lugar. Ahora, un grupo de vecinos, profesores algunos del campus de Ponferrada, quieren emprender un proyecto más ambicioso relacionado con el medio ambiente que puede conseguir fijar población definitiva de tal manera que, en no mucho tiempo, Labaniego pasará de no existir en los papeles oficiales como pueblo a ser modelo de referencia en la revitalización de este tipo de espacios.