EN BLANCO
Estambul
MIENTRAS que en Estambul morían otras veintitantas personas en atentados islamistas y en Irak moría otra docena de personas a manos de la resistencia, en Londres continuaba la pantomima de Bush y Blair repitiendo las eternas mentiras de la guerra de Irak como si no hubiera pasado el tiempo y no conociésemos la cantidad y la calidad de tan burdas patrañas. Simultáneamente, en nuestro país andábamos encandilados -o así lo parecía- con las cosas de Rodríguez Ibarra, que indefectiblemente terminan con severos sopapos del PP al PSOE y a su líder, vengan o no a cuento, se fundamenten o no en algo sólido, mientras que el PP y su Gobierno se van yendo de rositas -o así se lo creen ellos-, pese a ser la tercera pata del trípode de las Azores. Lo de Londres es más que escandaloso, rodeadas las patrañas de una enorme contestación, pero con los dos aliados escondidos para no sufrir al menos las voces del pueblo airado. No sabemos si a Maragall y a Pujol y Mas terminarán convenciéndoles las presiones de sus propios partidos y de los poderes fácticos, además del Gobierno de la Nación, claro, para que organicen los resultados de Cataluña en clave de tranquilidad según el color del cristal con el que miran eso de la tranquilidad desde los poderes fácticos y económicos. Tengo la ligera impresión de que Carod Rovira se ha pasado un poco de prepotencia tras su éxito electoral y sobre todo por haberse convertido en una importante bisagra. Y eso de la prepotencia no le gusta a nadie, así es que igual se lo montan los demás a sus espaldas y se queda compuesto y sin novia, aunque es claro que en estos momentos nada puede afirmarse ni negarse en torno al fututo Gobierno de la Generalitat. El más tranquilo es el PP, que ni pincha ni corta en Cataluña.