De Silvia Clemente a Caja España

LA CONSEJERA de Cultura de la Junta de Castilla y León, Silvia Clemente, se la ha jugado en Salamanca, donde arremetió contra el consejero de Economía, Tomás Villanueva. En un arranque de sinceridad vomitó: «En Valladolid, si pueden, se lo llevan todo». Una confesión valiente, sincera y real. E importante porque, por fin, la realidad acaba imponiéndose a pesar de la política de ocultación practicada y voceada desde la Junta. Silvia Clemente ha refrendado lo que llevamos denunciando en León desde hace tiempo: el centralismo asfixiante y la voracidad sobre los recursos económicos de Valladolid respecto a las ocho provincias restantes de la comunidad, con Villanueva como principal responsable. De las dos «torres gemelas» es la única que sigue en pie. La obsesión ha sido siempre la misma: en León se ha creado el tópico del centralismo vallisoletano y se hacen denuncias por puro deporte. Sin embargo, las declaraciones de Silvia Clemente confirman que la reivindicación de León, además de acertada, es justa, y que la Junta debe cambiar su dinámica centralista y vallisoletana. Juan Vicente Herrera, no sólo debe tomar nota, como Juncal, sino ejercer como presidente de la comunidad. La ocultación no se sostiene ni un día más. Algo similar detecto en los últimos días en León sobre Caja España. Tal parece que se pretende echar tierra y oscurecer el doble proceso de crisis -de gobierno y de gestión- en la entidad financiera. Escrito en cristiano: quieren lavar los trapos sucios en casa. Sería un gravísimo error. Hay un ejemplo en vigor: Emilio Botín, mayor accionista y presidente del primer banco de España, ha tenido que declarar ante la magistrada Teresa Palacios, por las indemnizaciones multimillonarias al co-presidente Amusátegui, y al consejero delegado, Corcóstegui. Según los accionistas, porque les había perjudicado al concederles unos regalos de semejante naturaleza. La sensibilidad está en el bolsillo. Si eso es así, ¿Qué se puede decir de Caja España, que no es una entidad estrictamente privada, ni su presidente y director general accionistas?. A Nieto Nafría y a Evaristo del Canto, por coherencia, habría que exigirles más cuidado y responsabilidades que a Emilio Botín y cía. No puede tolerarse, además, que todo quede entre la niebla. Una cosa es la discreción en las operaciones financieras y otra el oscurantismo y la arbitrariedad en la disposición de los dineros ajenos. La crisis de gobierno y de gestión en Caja España no puede quedar enterrada con paladas de borrón y cuenta nueva. El lunes se reune de nuevo el consejo de administración. Dará el placet al nuevo director general. Este fin de semana el tripartito del pacto concluirá el análisis del perfil de los cinco candidatos que aún están sobre la mesa. Quieren un candidato con experiencia en alta dirección de cajas, que sea aceptado por las centrales sindicales e independiente. En tanto en cuanto no se nombre director general y lo ratifique la asamblea a primeros de diciembre, no se abordará la crisis de gobierno. Una crisis que no puede quedar así. Sería una inmensa indecencia. Tendrá que investigarse hasta las últimas consecuencias. La comisión de control, me consta, ya ha dado el primer toque.