BURRO AMENAZADO
Buitre de Bengala
LA MUERTE acude al mundo cristiano acompañada de ataúd, cruz, funeral y tumba, el polvo eres y en polvo te convertirás que recopila la fragilidad personal. Los parsis de Bombay nos sobrecogen por depositar los cuerpos de los difuntos en las torres del silencio, templetes a disposición del pico ganchudo del buitre de Bengala, carroñero sagrado comensal del hombre que anida en los árboles de las atestadas ciudades de la India. En España, las 22.000 parejas de buitres leonados, dependientes del ganado en pastoreo extensivo y de muladares que acumulan reses muertas de cuadras y cebaderos, llevan vida próspera, aunque el decreto 1098/2002, de alimentación de aves necrófagas, ha aliviado el panorama de escasez carroñil tras el programa de control de encefalopatías de vacas, ovejas y cabras, plan que obliga a la retirada de cadáveres y prohibe enterrarlos en las explotaciones. Nuestros buitres leonados y negros, alimoches y quebrantahuesos, además de rapaces señoriales, son garantía de bioseguridad en una sociedad ganadera que produce anualmente el montonazo de 890.000 carroñas de cerdo, 1.400.000 de cabras y ovejas, 246.000 de vacas y 21.000 de caballos. El velero y frugal buitre leonado, capaz de aguantar en ayunas dos o tres semanas y luego, de una sentada, engullir dos kilos de carne podre, ha aumentado mucho en área ocupada y número, a partir de las 8.000 parejas reproductoras censadas en 1989. En Asia meridional, el buitre de Bengala ha disminuido más del 90 % en los últimos diez años. Las autopsias de buitres bengalíes encontrados exánimes, evento precedido por parálisis con el cuello caído, demuestran que tienen gota -altos niveles de cristales de ácido úrico- y presencia de diclofenac en los riñones. Este compuesto es un producto antiinflamatorio, usado por los veterinarios hindúes con el ganado, muy tóxico para las aves. Desde la utrera, la peña buitrera, el estoico pajarraco de cuello pelado, dirige al rebaño la mirada de la necesidad.