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Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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LEO que una mujer de Murcia ha rechazado un premio consistente en comprar sin cargo para ella durante tres horas hasta un máximo de seis mil euros en los comercios de la capital aduciendo que tenía las mañanas muy ocupadas como para perder su tiempo en esas cosas. Asombroso. Unas páginas más adelante se nos explican los resultados de un trabajo sobre la evolución de los nombres en el último cuarto de siglo en los Estados Unidos. Apunta el autor la aparición de una tendencia a bautizar a los niños con nombres de marcas comerciales: Canon, Chanel, Armani. Cuando el fenómeno llegue a España, que llegará, no lo duden, podrá ser perfeccionado mediante el santoral: MacDonalds del Niño Jesús, pongo por caso. Más asombroso. También sobre consumo (en este caso cultural, pero consumo al fin y al cabo) se ha hablado estos días en «Scenium», el Congreso sobre artes escénicas de Bilbao del que no veo rastro por los periódicos pese a su interés y capacidad de convocatoria. Este no es un sector industrial y económicamente atractivo y eso lo hace invisible en los medios. Así de claro se dijo allí. El caso es que por el encuentro anduvieron esos prodigiosos personajes denominados especialistas en marketing, capaces de hacer endiabladamente complicado lo más simple y que te dibujan un gráfico surrealista en cuanto te descuidas. Y después de un par de horas de juegos malabares con flechitas y estadísticas sobre lo que hace el ciudadano medio con su tiempo libre, alguien susurró a mi lado: «la gente feliz no consume». Y esta mañana no he podido evitar acordarme de la frase pensando en lo feliz que debe ser la mujer de Murcia aunque tenga las mañanas tremendamente liadas.