Diario de León

DESDE LA CORTE

La patria, arma electoral

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FERNANDO ONEGA
León

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COMO diría un político antiguo, atención, ciudadanos: ha despertado el patriotismo. Hay toda una carrera para demostrar quién es más patriota en España. Los dirigentes de partido se echan la Patria a la cara casi con la misma vehemencia que en tiempos de Franco. ¿Qué digo? Franco estaría encantado de ver que, a pesar de nuestra democracia liberal y de partidos, la Patria ha vuelto a ser material de primera mano para que la derecha hunda a la izquierda. Parece que quien no se declara más patriota que su vecino tendrá poco que hacer en las próximas elecciones. Ayer mismo, Enrique Gil Calvo suscribía la siguiente tesis: si en Cataluña hay un gobierno nacionalista unido al vasco, se produciría el mayor de los males. Y ustedes preguntarán: ¿la desmembración de España? ¡No! Algo mucho peor: ¡el Partido Popular revalidará su mayoría absoluta! De esa forma está surgiendo lo que alguien ha llamado «patriotismo electoral»: cuanto más se aproximan las elecciones, surgen más y más enardecidos defensores de la Patria. El único riesgo está en el ridículo, y se está empezando a rozar. Lo hemos visto el pasado domingo, cuando se iba a votar por consenso el equipo directivo de la FEMP, encabezado por Paco Vázquez. Se armó la que ustedes saben. Y lo peor, las interpretaciones: ¿presentó el PP esa moción para tenderle una trampa al PSOE? ¿Ha querido quedarse con la exclusiva de la lucha contra el secesionismo vasco y en defensa de la Constitución? ¿O, por el contrario, los rojos del PSOE son prisioneros del señor Carod-Rovira y prefieren el poder a la defensa de la unidad de España? ¡Dios, qué problemas más tontos se busca nuestra clase política! ¡Y qué zancadillas más torpes se ponen! Los del PP deben estar muy nerviosos con el Plan Ibarretxe, porque a veces se comportan como atropellaplatos. Los demás, sobre todo los socialistas, tienen la mosca detrás de la oreja, y ven todo papel escrito como una maniobra maquiavélica, urdida en la fábrica de operaciones de acoso y derribo que tiene que existir en los sótanos de La Moncloa. Y así, la votación de la moción popular resultó un espectáculo donde se iba diciendo en tono heroico: «sí a la Constitución, no a la moción». Y el gran Paco Vázquez tuvo que recordar que a él nadie le da lecciones de patriotismo y democracia. Más vale archivar el episodio. Si me ocupo de él, es para dejar constancia de que la patria se ha convertido en arma electoral. Y, en cuanto a la Constitución, la están tirando tanto a sus cabezas, que la terminarán rompiendo.

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