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TRIBUNA

Estar en Babia y la clase de religión

Publicado por
MÁXIMO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ
León

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HE LEÍDO recientemente en la prensa un escrito firmado por el claustro del CRA de Babia, y diez firmas más, en el que manifiestan su preocupación por el tratamiento que la Ley Calidad de la Enseñanza da a la asignatura de religión. En más ocasiones he visto en estos medios otros artículos de opinión que van en el mismo sentido, abogando por la eliminación de dicha asignatura. Dicen, en primer lugar, que «la Constitución española define el Estado español como un estado aconfesional». Lo que dice la Constitución es exactamente esto: «Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. (Art. 16)». En esto se basan los acuerdos del Estado, en materia de enseñanza de la religión, tanto con la Iglesia Católica como con otras religiones. Por lo tanto, no es cierto, como sentencia el claustro de Babia, que haya ningún incumplimiento de la Constitución por parte de la educación pública al incluir dentro de sus enseñanzas la educación religiosa. Más aún, dicho claustro se contradice, al citar a continuación el aptdo. 3 del art. 27: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». Por todo ello parece obvio que si están en contra de la enseñanza religiosa escolar, han de buscar otros argumentos, pero no la invocación del texto constitucional, que reconoce abiertamente el derecho a la enseñanza religiosa escolar. Añaden, de nuevo en nombre de la Carta Magna, que «la alternativa a la religión que propone la LOCE no respeta la elección laica de quienes por sus propias convicciones no desean ser formados en ninguna religión». Pero en realidad no se trata de una alternativa, sino más bien de que ningún alumno pueda ignorar algo tan presente en la sociedad y en la historia como el hecho religioso. ¿Cómo explicar la historia, el arte, la cultura, la ética, las costumbres y usos sociales¿ sin la influencia de la religión, sea cristiana, musulmana, judía u otra cualquiera? Es que, aunque yo sea cristiano, ¿puedo, por ejemplo, permitirme el lujo de ignorar algo tan influyente y presente en el mundo como es el Islam? ¿Me es lícito ignorar el origen y significado del canto gregoriano, o de las catedrales góticas o románicas? ¿Puedo prescindir en mi formación literaria del conocimiento de la Biblia? Si he de conocer a Platón, Aristóteles o Kant, ¿puedo ignorar a Jesucristo? Pues bien, se trata ahora de que ningún alumno ignore estos y otros temas, sin que tenga que asistir a una clase de tipo confesional. «La formación religiosa, -dicen los de Babia-, es algo de carácter muy personal, que no debe realizarse desde la escuela». De nuevo contradicen a la Constitución, la cual señala que «la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana». ¿Cómo es posible una educación integral de la persona, si se margina algo tan importante como su dimensión espiritual y moral? Si esta formación no cabe en la escuela, sino sólo en el ámbito familiar y en los templos, ¿no seguiría siendo peligrosa fuera del ámbito escolar? ¿Acaso la familia no es responsable de lo que se imparte en la escuela? La Constitución, que tanto invocan estos detractores de la enseñanza religiosa escolar, garantiza el derecho de los padres (Art. 27, aptdo. 3). Según estos maestros de Babia, los alumnos de Primaria y Secundaria «no tienen la madurez necesaria para comprender algo tan complejo como es la religión o la historia de las religiones». Esto, además de ser un insulto a su inteligencia, lleva a incapacitarlos para que, cuando sean mayores, puedan comprenderlo, lo cual es muy grave. Con esta carencia no es de extrañar que, ya de mayores, se digan tantas barbaridades, atreviéndose a opinar sobre algo que desconocen. Se sorprenden los firmantes del escrito de cómo se puede «poner calificación a la fe de una persona». Sean honrados, no desfiguren las cosas. Uno puede ser ateo y sacar sobresaliente en religión y puede ser muy piadoso y suspender. No se califica la fe, sino los conocimientos de unos datos objetivos. Si preguntamos a un alumno los nombres de los libros de la Biblia, los cinco pilares del Islam o los ocho senderos del Budismo¿ la respuesta es la que es, independientemente de que uno sea o no seguidor de esas religiones. Es una barbaridad decir que se evalúa la fe. Recuerdo haber sacado un diez en un examen de marxismo, y nada más lejos de mí el ser marxista. Pero me siento muy satisfecho de haberlo estudiado. Se escandalizan los amigos de Babia de que la religión «tenga el mismo peso que el resto de las áreas del currículo¿». Lo discriminatorio y «anticonstitucional» sería que una asignatura quedara marginada, que no se valore el esfuerzo de sus alumnos. ¿Por qué la religión habría de tener un tratamiento inferior al que se dé a la plástica, a la música o a la educación física? Queridos amigos, enhorabuena por ejercer vuestra labor docente en una comarca tan bella y entrañable. Pero, con todo el respeto, lamento que con relación a lo que es y significa la asignatura de religión, en su doble vertiente confesional y no confesional, estéis también «en Babia».

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