Nuestra bandera

ACERTÓ García Prieto al recalcar  su respeto a la autonomía universitaria, tras haber aprobado la institución que preside solicitar al Rectorado que la bandera de León se coloque en los edificios del Campus. La terminología empleada es muy importante pues favorece, o no, la consecución de acuerdos. No basta con tener razón, y parece irrebatible la lógica de la propuesta,  hay que acertar en las formas, para que no haya victorias ni derrotas, sino logros comunes. Que la bandera de León ondee en los edificios universitarios no es una demanda estrambótica ni paleta, sino razonable. Tengo una excelente opinión del rector, Ángel Penas, con quien casi no coincidí en mis años de información sobre la Universidad, pero con el que recientemente he tenido ocasión de charlar en varias ocasiones, con motivo de la plasmación, en la Junta de Gobierno, de un mural dedicado a Félix Gordón Ordás. Ejerce de leonés, siente y quiere a su tierra No estoy hablando de intuiciones, sino de algo que constaté. Penas podría haber propuesto un mural sobre símbolos universales, y aceptó entusiasmado uno que unía los conceptos de patria chica,  grande y universal.  Penas no es sospechoso de desapego. Sería absurdo e injusto demonizar a quien trabaja día a día por León. Pero los leonesistas tienen razón en esta iniciativa, que ya es de todos, con los lógicos matices, como esa advertencia del PSOE hacia los riesgos de la «utilización perversa» de los símbolos.  En fin, un debate interesante y necesario, que lleva dentro más de lo que parece, y que puede servirnos para dialogar sobre lo que somos.  Lo importante es sostener en sus justos términos un diálogo entre cargos e instituciones que mantienen excelentes relaciones. En definitiva, si nuestros representantes democráticos proponen, y recalco lo de proponen, que ondee la bandera en el Campus ¿por qué no hacerlo? León somos todos. Y la Universidad, también. Aquí no puede haber vencedores ni vencidos.