Diario de León

LA VELETA

Otra vez los poderes fácticos

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CARLOS CARNICERO
León

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PRIMERO fue Mariano Rajoy y luego, José María Aznar. Los dos han pedido auxilio a los empresarios catalanes para que no gobierne Ezquerra Republicana. Mala impresión. El capitán del barco, en vez de garantizar la navegación, pide ayuda a los pasajeros de primera clase. Señal de marejada, pero sobre todo, señal de impotencia. El capitán no domina los rumbos. Esa es la lectura piadosa. La otra es mucho peor. Durante los últimos años del franquismo y durante una parte importante de latransición política se hablaba mucho en España de los «poderes fácticos». Eran las fuerzas ocultas o discretas de la sociedad que, por sus situaciones estructurales de poder, podían condicionar la vida democrática. En aquellos años, el más temido poder fáctico era el ejército. Pero había otros. Grupos financieros, multinacionales, asociaciones empresariales. Poderes fácticos y grupos de presión. Los poderes fácticos se llaman así en función de su voluntad de suplantar a los poderes legítimos y constitucionales. En estos tiempos de democracia, a quienes les incumbe formar gobierno es a los grupos parlamentarios en función de los resultados electorales. Sobre esto todo el mundo puede opinar, pero las presiones siempre tendrán el tufo irreductible de la tentación de violentar la voluntad popular. Y los catalanes, los electores catalanes, ya han hablado. Ahora, la matemática, el sentido común y los líderes políticos tienen la palabra. Los gestos de Rajoy y Aznar son de mal perdedor. El PP es la cuarta fuerza política de Cataluña a pesar de haber utilizado a un ministro tan carismático como es Josep Piqué como ariete electoral. Ahora no quieren que, quienes están legitimados para hacerlo, formen gobierno. ¿No es Esquerra un partido legitimado por su legalidad y por sus electores? Si abrimos la espita de los «poderes fácticos» estamos abriendo un túnel en el que han habitado monstruos peligrosos. Si quien hace la llamada de auxilio es el presidente del Gobierno algo funciona muy mal porque está reconociendo un fracaso personal de quien recibió España con una cierta estabilidad territorial y la va a dejar con la cohesión del estado muy lastimada.

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