El ascenso de la diáspora

DESDE que en el Principado de Asturias hay dos consejeros leoneses (Jaime Rabanal y Herminio Sastre), en lugar de tres como en la anterior legislatura, parecía que León había perdido peso en la diáspora. Pues ahora ya tenemos al tercero colocado en el Gobierno de Madrid. «¡Caray, tenemos más consejeros en Asturias que en Castilla y León!», solía decir un compañero antes de que Isabel Carrasco fuera enviada al exilio del Senado (conserva, eso sí, voto y escaño en Fuensaldaña). Ahora tenemos destacado en el Gobierno de Herrera a Antonio Silván, señor de las carreteras y de la voz de la Junta en Valladolid, lo que no es poco meritorio en una comunidad de nueve provincias y otras tantas voluntades, aunque prime siempre la misma, como ellos (o ellas) reconocen (Silvia Clemente lo dijo bien clarito en Salamanca). Alfredo Prada ha preferido gobernar Madrid -también el maragato Cordero, sabio arriero de caudales, invirtió a lo seguro en la Puerta del Sol- antes que dejarse la piel en una de estas guerritas locales de las vísperas electorales por un quítame ahí ese puesto . Lejos de todo pronóstico, el secretario de la FSL y alcalde de San Andrés del Rabanedo, Miguel Martínez, se retira de la carrera de la lista al Congreso por León en las elecciones de marzo. Su discreta apuesta por el Senado le garantiza ir a Madrid y seguir de alcalde si el PSOE consigue arrebatar los tres diputados (sobre cinco) que hasta ahora dan la mayoría al PP en la provincia. Y si el PSOE se queda como está, Martínez, también. Y sin perder lustre. Más vale pájaro en mano que ciento volando , dice un conocido refrán. Lo malo es que de esta provincia cada vez vuelan más aves, incluso estudiantes para acabar la carrera (Ingeniería Agrícola) hartos de las arbitrariedades ¿de ciertos profesores? y de la Universidad que permite al alumnado simultanear estudios en León y Ponferrada a precio de oro: para examinarse de una asignatura tienen que pagar el curso entero.