Diario de León
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ANTONIO CASADO
León

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EL QUE se pica ajos come, que dicen en mi pueblo. Sólo desde la mala conciencia, el cálculo electoral o una perversa y poco saludable intención de procesar las intenciones del Rey se puede interpretar el discurso de don Juan Carlos, conmemorativo del XXV aniversario de la Constitución Española, como una reprimenda al PP, y más concretamente al presidente del Gobierno, por su tendencia a convertirse en guardián exclusivo del texto constitucional. En el ejercicio de su poder moderador del funcionamiento de las instituciones, inscrito en la alta política y no en el debate continuo entre partidos, don Juan Carlos se limitó a enunciar «las generales de la ley», como dicen los juristas. O sea, a refrescarnos a todos el espíritu y la letra de la Constitución alumbrada sobre el amplísimo consenso de 1978. Abierta, hospitalaria, de ciudadanos y también de territorios («Estado de las Autonomías»). Gestionarlo según las reglas del juego democrático requiere «moderación», «responsabilidad», «prudencia», «consenso» y «diálogo sincero». Todo eso nos recordó el Rey. ¿Qué hay de malo? Y, sobre todo, ¿Qué hay de nuevo? Sin embargo, algunos opinan que el Rey se ha pasado al enviar ciertos recaditos. Se equivocan o, simplemente, tienen ganas de enredar aprovechando la coyuntura. Una coyuntura marcada por legítimos deseos de reformar el texto en asuntos que no afectan a sus cimientos, excepto la propuesta rupturista del nacionalismo vasco que apenas representa el 1,5 por 100 de los ciudadanos españoles. Por lo demás, todas las fuerzas políticas proponen reformas parciales y el PP no las descarta. ¿Qué tiene de malo defender retoques a un texto que rige el funcionamiento democrático de una sociedad viva al objeto de que en «una obra de todos» sigan cabiendo todos para hacer honor a un texto que, además de abierto, es hospitalario? El recado del Rey es genérico y a nadie pide que se aplique el cuento : «Nadie puede apropiarse de la Constitución ni rechazarla como ajena». Pues claro, porque desde ambas posiciones se pone en peligro «la estabilidad y la seguridad de todos». Eso sí lo dijo con toda claridad.

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