Según se mire

LA ENCUESTA de Opina dice que el PP mantiene una ventaja de tres puntos sobre el PSOE y la encuesta de Sigma 2 dice que el PP supera al PSOE por más de once puntos. No se puede dudar de la solvencia de ambos institutos, pero es indudable que sólo uno de los datos es cierto, aunque la certeza definitiva sólo la tendremos el día de las elecciones. Los sondeos son insondables. Algunos interrogados piensan que si los políticos les engañan, por qué no van a engañar ellos a los políticos, que son los lectores más atentos de esas encuestas, hasta el punto de que a veces no leen otra cosa. Otros ciudadanos varían de criterio y modifican su intención de voto. Un tercer grupo se instala en la duda, que se dice que es la escuela de la verdad, y esa oscilación de ánimo les amarga la vida hasta que llegue la jornada electoral, aunque en menor grado de lo que conseguirá amargársela el partido que resulte ganador. En cualquier caso, la diferencia entre las dos pesquisas es excesiva. ¿Han preguntado en distintos barrios?, ¿lo han hecho un día lluvioso o un día soleado?, ¿por la mañana o por la tarde?. El éxito de los sondeos se debe a que no siempre se equivocan. Lo más grave es que dan pistas. Hay personas a medio construir que si ven claro el triunfo de una de las partes se inclinan a sumarse a él y abdican de sus endebles opiniones. Son los que acuden siempre en auxilio del vencedor. Les gusta vitorear. Según una de las encuestas, el PSOE acorta distancias, a pesar de que un 27 y pico de los votantes socialistas desaprueba la labor de Rodríguez Zapatero, y según la otra el PSOE logrará un resultado peor que el que alcanzó Almunia en el 2000. Todo depende del punto de vista, más que del color del cristal con el que se mire. Hay gentes que votan siempre al mismo partido, por muy mal que lo haya hecho, y otra que cambia su voto esperando que el partido rival lo haga mejor, cosa que no ven difícil. Incluso hay gente que no vota. No por nada, sino porque se lo prohíbe su horóscopo.