Diario de León

DESDE LA CORTE

Se consigue ganar a ETA

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FERNANDO ONEGA
León

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ENHORABUENA. Hay que decirlo así, con todas las letras, porque la guerra de la democracia contra el terrorismo está siendo ganada por los demócratas. Después de más de 30 años y un millar de asesinatos, la batalla policial y judicial arroja un saldo positivo para la paz. Da miedo escribir esto, porque una bomba la puede poner cualquier criminal, pero el año 2.003 pasará a la historia como el periodo más eficaz de la lucha contra la mafia terrorista. Así debe constar en el haber de Aznar, del ministro Angel Acebes y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. El balance es sencillo. Este año han sido detenidas cerca de doscientas personas. Es un síntoma de eficacia policial. Otro dato relevante es que apenas quedan libres autores materiales de delitos de sangre. Y lo más espectacular es que la dirección de la banda dura poco en sus puestos. «Susper», por ejemplo, ha dirigido los comandos durante solamente quince meses. Desde la acción desarrollada en Bidart en 1.992, la cúpula de la banda ha sido siempre provisional. La contrapartida feliz ha sido la disminución de las acciones mortales. Los meses transcurridos de 2.003 han sido casi periodos de tranquilidad, si se comparan con cualquier otra etapa de actividad terrorista. No conviene, de todas formas, hacerse ilusiones sobre la aniquilación de ETA. En terrorismo, como en toda actividad asesina, se debe aplicar siempre el principio jurídico tantas veces invocado: donde hay un criminal dispuesto a matar, se puede cometer un crimen. Y en el entramado de ETA existen todavía esos criminales. Existen ciudadanos dispuestos a agredir a concejales. Existen autores de comunicados como el que ayer se conoció. Existe una extracción de jóvenes de la «kale borroka», que han sido preparados y adoctrinados para actuar. Existe un fondo de alimentación ideológica de la cultura de la violencia y sería frívolo descartar que se produzca la temida reacción de la fiera herida. Pero los datos de hoy son los más positivos que un cronista podía aspirar a comentar. Gracias a Francia, gracias a la eficacia policial y gracias a las tecnologías de investigación, que impiden la reorganización de la banda. Lástima que todos estos éxitos no sean acompañados todavía por la normalización de la vida en el País Vasco. Esa normalización no existirá mientras tengan que llevar escolta todos los personajes públicos que no comulgan con el nacionalismo. Y es que caen las cúpulas, son detenidos los grandes activistas, pero quedan en la sociedad vasca muchos aprendices de etarras capaces de atemorizar a la mitad de la sociedad.

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