Una alfombra para Ibarretxe

¡QUÉ CONTENTO tiene que estar Ibarretxe! Hay mucha gente en España que, sin saberlo, está trabajando para él. De entrada, trabajan los líderes políticos y de opinión que mañana estarán en la gran manifestación de San Sebastián. Al anunciar que acudirán desde Madrid y otras ciudades, están convirtiendo esa marcha en una «marcha española», lo cual está muy bien, pero tiene un pequeño problema: al ir tanta gente importante de Madrid, nos dejará sin saber cuántos vascos se han querido manifestar contra el plan del lendakari. Y, sin esa medida, la manifestación pierde su eficacia. Pero también hay gente que trabaja para él en las instituciones. Lo veremos hoy, cuando el PSOE presente su recurso de inconstitucionalidad contra la reforma legal que pretende meter a Ibarretxe en la cárcel si convoca referéndum ilegal. ¡Qué bien se coordinan los dos principales partidos de España cuando se enfrentan al más serio asunto que tiene planteado el Estado! ¡Qué diálogo más constructivo practican! ¡Qué bien aplican los pactos que tienen firmados! ¡Con qué desinterés electoral y con qué lealtad actúan! ¡Saben estar a la altura de las circunstancias! Sobre todo, el PP y su gobierno, que tienen la iniciativa política. Cuelan una reforma del Código Penal en el Senado, marginan al Congreso, no piden dictamen del Poder Judicial y, para rematar bien la jugada, no cuentan con la oposición para nada. ¿Y cómo responde el PSOE? Con la misma moneda. Parecen estar de acuerdo en la vía penal contra el Lehendakari, pero montan la mundial por el procedimiento. Le piden al Poder Judicial que se queje, manejan a organizaciones sociales para que denuncien al Ejecutivo, y terminan presentando un recurso ante el Constitucional. Con ello, puede ocurrir perfectamente que ese Tribunal paralice las acciones del Gobierno contra Ibarretxe y deje al Plan Ibarretxe circular con toda tranquilidad por la vía marcada. No va a suceder, este país no está tan loco, pero es una posibilidad. Si Aznar está ya con mentalidad de «ex», tiene que delegar en alguien que coordine este cachondeo de actuaciones. Tiene que buscar un segundo generoso que actúa con mentalidad de estado y no de agente electoral. Tiene que nombrar una especie de gabinete de crisis que se dedique con seriedad y rigor a las graves cuestiones territoriales que se están planteando desde el País Vasco y, más tarde, desde Cataluña. Porque entre él, sus seguidores apasionados y la oposición cabreada, son capaces de hacer una política que signifique, en la práctica, una alfombra roja para Ibarretxe.