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Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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CON LA AGOBIANTE solicitud de una gallina clueca, el paisanaje hispano sigue mostrando todos los síntomas de mantener un flechazo amoroso con doña Leticia I, la futura reina de España, esa distinguida señora sobre la que todo el mundo está de acuerdo en que vale mucho, pero nadie sabe exactamente para qué. Sea como fuere, sus fascinados súbditos aseguran sentirse tan unidos a doña Leti como las agujas de un reloj a las doce en punto, evidenciando su entusiasmo de varias imaginativas maneras. Intentando pensar en forma positiva, supongo que el fulminante éxito editorial de su ex marido Alonso Guerrero, cuyo libro El hombre abreviado alcanza astronómicas tiradas de 30.000 ejemplares, sólo tiene que ver con un repentino entusiasmo del pueblo llano por la literatura, sin otro tipo de connotaciones más bien morbosas. Por ejemplo, que la obra está centrada en la mujer de «armas tomar» casada con el escritor y definida a lo largo de tan espléndida obra como «una serrana travestida en mecanógrafa». Otro proyecto abracadabrante lleva la firma de un confitero del pueblo asturiano de Villaviciosa, quien llevado por sentimentaloides entusiasmos borbónicos ha elaborado, de cara a la Navidad, el bautizado como Turrón doña Leti . Una exquisitez de mazapán con rango monárquico, delicado sabor a almendra y gusto afrutado en el paladar. En breves fechas, y supongo que con la intención de promocionar a tope semejante horterada gastronómica, el palacio de La Zarzuela recibirá una suculenta porción del letiziesco dulce, junto a una carta de confitero-pelotas felicitando a la familia real por el enlace de su hijo con esta periodista ovetense que va en camino de convertirse en una estrella mediática. La verdad, no nos la merecemos.

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