Diario de León
León

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HAY UN NIÑO y dice que de mayor será médico y arquitecto y no sé cuantas nobles y pomposas profesiones. Hay también una niña. Y dice: «De mayor seré una mujer maltratada por su pareja». Sí, por supuesto, es ficción. Es la campaña de la Junta de Castilla y León contra la violencia doméstica. Impacta. Y sobrecoge. El fin justifica los medios. ¿Vale todo? Entonces, ¿por qué no un niño que diga: «De mayor seré el maltratador de mi pareja»? Ninguno me gusta. Las palabras nombran la realidad y la construyen. Y los mensajes, a fuerza de repetirse, perpetúan el mito de la víctima y el verdugo. ¿Nadie va a pedir que se retire? Nunca hubo tantos medios pero al gobierno autonómico sólo se le ocurre gastar el dinero en jugosas campañas de propaganda para las televisiones y, como mucho, subvencionar a asociaciones sin ánimo de lucro para que se inventen los foros de lucha contra la discriminación, la violencia y el sexismo a los que suelen acudir mujeres que ya no necesitan más adoctrinamiento. La cuestión es si a todo el elenco de colectivos de mujeres, feministas o no, les convence esta política. Sugiero que los políticos salgan en la tele y reconzcan, en voz alta y clara, que la democracia de este país «está incompleta», que es lo que oimos a las mujeres militantes; que en sus organizaciones sacan la cabeza las que cumplen con nota el rol de fieros «hombres» o de pulidas «barbies» y que ni las cuotas son capaces de eliminar la exclusión. Alto y clarito deberían cantar los prohombres de la patria que sólo contribuyen con el 8% a las tareas domésticas y que sus compañeras de viaje, las mujeres, la mitad de la población, están paradas o sometidas a una doble o triple jornada para ser independientes. Urge una terapia pública de grupo, en versión original, para impactar de verdad a la sociedad y quien mejor que los políticos para dar ejemplo. Los hombres contra la violencia de Segovia son una de las avanzadillas.

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