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EL BALCÓN DEL PUEBLO

Sadam Huseín, de tirano a mendigo

Publicado por
J.F. PÉREZ CHENCHO
León

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HA SIDO un éxito. Después de nueve meses de búsqueda, los hurones de la operación Amanecer rojo lo cazaron en la madriguera como a un conejo. Sadam Huseín, el as de picas de la baraja yanki, el enemigo número dos de Estados Unidos -el number one lo tienen reservado para Bin Laden- fue detenido. Estaba acurrucado en un agujero o zulo de 1,82 metros de profundidad, cavado en el suelo de una granja de adobe, casi a la vera del esplendor de sus palacios de mármol en Tikrit, su ciudad natal. Dicen las cróncias y certifican las fotografías, que llevaba pistola al cinto, protegían sus espaldas dos gurdianes con fusil y tenía una maleta con 750.000 dólares en billetes de a cién. No hubo un sólo tiro. La estampa de Sadam Huseín era como la de un mendigo: pelo desaliñado y barba como de anacoreta del Islam. En un instante se quebró su imagen de maestro de la supervivencia. Gozó de nada menos que veinticuatro largos años de poder absoluto, eliminó a sus enemigos con un tiro en la sién, mantuvo una guerra cruel y sanguinaria con Irán, con saldo de un millón de muertos, e invadió Kuwait. Gaseó a los kurdos, sufrió siete intentos de asesinato, huérfano, violento, astuto y criminal. Un tirano en estado puro. Ese hombre al que mostraron las televisiones del mundo con pinta de mendigo, no puede ser, de ninguna manera, el que dirigía la resistencia contra la invasión. Los americanos respiraron a pleno pulmón al anunciar: «Ya lo tenemos». Los próximos pasos, quizá, sean el montar un juicio espectacular al criminal Sadam Huseín. Un criminal merece, sin duda, la pena que se le imponga. Sin embargo, continuará sin justificación la guerra que ha destruido a Irak. Una guerra sostenida sobre la sospecha de posesión de armas químicas o de destrucción masiva. Nadie las encontró: ni antes, ni durante la guerra, ni en la postguerra. No existían. Supongo que ahora se abrirá una gigantesca maniobra propagandística de cara a las elecciones presidenciales norteamericanas. Es posible que sea el oxígeno que necesitaba George W. Bush para su reelección como gendarme del mundo. La captura del as de picas ha sombreado cualquier otra noticia en el mundo. Y, cómo no, también las de andar por casa, como la inauguración de los dos tramos finales de la autovía León-Benavente. Es el enésimo brindis del ministro Francisco Álvarez Cascos, aficionado a las jaimas como nadie. O la ya contrastada decisión del grupo Chemo Ibérica por levantar su planta de hormonas en el polígono de Villaquilambre, donde han materializado la reserva de 3,5 hectáreas. O el proyecto académico para otorgar el brillo de los metales a los siete padres de la Constitución del 78.O más importente aún: a última hora de ayer, el consejo de administración de Caja España logró «fumata blanca» para salir de la crisis de gestión. Ignacio Lagartos, de 52 años de edad, leonés, será el próximo director general. Y Javier Ajenjo, como director general adjunto. Tardó en parir la abuela. Y no sé si la criatura vino de nalgas.

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