Diario de León

EL RINCÓN

Saber morir sin mirar a los ojos

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL TIGRE iraquí era un topo. Cuando le cazaron en su maloliente madriguera ofrecía un aspecto tan lamentable como su interior. Más que al conde de Montecristo se asemejaba al abate Feria y más que a ninguno de los dos se parecía a uno de esos mendigos que beben vino en cartón y piden limosna en los atrios de las Iglesias, como si los que salen de misa fuesen las personas más inclinadas a la caridad. Sadam Huseín, que ha demostrado que sabe matar, también demostró dejándose capturar que no sabe morir. El sanguinario sátrapa se entregó dócilmente. En la operación intervinieron seiscientos hombres, pero hubiera bastado con dos: un soldado y un peluquero. No usó la pistola que tenía para pegarse un tiro en la cabeza, aprovechando que no usa turbante. Al hombre que envió a miles de personas a la muerte le faltó valor para suicidarse. También entre los grandes criminales de la humanidad hay clases. Hitler tuvo un final wagneriano y en un zulo confortable. Era un demonio, pero no un pobre diablo como Sadam, que fue pillado como una rata del subsuelo y dejó que le desinfectaran y le afeitaran. ¿Por qué quiere conservar la vida el tipo que subió a los palacios y a las cabañas bajó para esconderse? Sus hijos murieron en la ilegal guerra, así como sus principales cómplices. De la célebre baraja de póquer de los iraquíes más buscados, sólo quedan catorce naipes. Mientras sus partidarios siguen muriendo, esta cobarde alimaña se aferra a la vida. Hace un mes decía: «Moriremos aquí y preservaremos nuestro honor». No ha hecho ninguna de las dos cosas. Lo único que ha hecho es darle una alegría a George W. Bush y favorecer su reelección. Quizá sea difícil saber morir, ya que sólo se hace una vez y a nadie le coge entrenado, pero «muchos tragos son la vida y un solo trago es la muerte». El hombre de las cien estatuas y el kalashnikov de oro macizo se enfrentará ahora a la justicia y podría acabar siendo condenado a muerte. Por no haber sabido mirarla a los ojos.

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