La provincia no es un lugar

LOS NACIONALISMOS regionales y hasta provinciales que padecemos son tan sólo una manifestación del cada vez más asfixiante regionalismo y hasta provincianismo que atenaza al país. Y no sólo me refiero a las derivaciones políticas de quienes tan sólo se afirman inventando un enemigo constante al que negar. Me refiero también a la España empresarial, enormemente provinciana. En pocos días he tenido dos ejemplos contradictorios. Los máximos responsables de una de las empresas más conocidas en Internet, conocidos en su ámbito de negocio, me discutían la necesidad de información nacional e internacional porque, según ellos, para qué necesitaban saber lo que iba a pasar dentro de dos años en España sabiendo lo que pasaba ahora mismo en Estados Unidos. Literalmente. Otra compañía, ésta de tamaño medio pequeño, mantenía la postura justamente contraria: quería más negocio y para ello quería más información, para su empresa y para ofrecérsela a sus clientes. Es lo que un autor americano denominaría «visión». La primera se ha hecho a base de ser «una de las únicas» en el desértico marasmo español de la alta tecnología. La otra se está haciendo, pero se está haciendo con ambición. Ve que el futuro no está en crecer alrededor, sino en mirar más allá que los demás. Como el conductor que no fija su vista en lo que tiene delante de su capó sino en una distancia media en la carretera. En la sociedad industrial tradicional, la medida del desarrollo se medía en términos de consumo de energía. En la nueva sociedad de la información, el desarrollo se mide en generación de información propia y en consumo de la ajena. Antes, era muy aparente enseñar un gran edificio. Ahora debería serlo leer este periódico que está usted leyendo y otros muchos que debería leer fuera de su ámbito más inmediato de interés. En la primera empresa, el presidente alardeaba de tener su mesa llena de papeles pendientes, sin saber que el interlocutor se preguntaba cuándo le quedaría tiempo para informarse y pensar, que tal debería ser su misión principal. En la segunda, la ejecutiva miraba al fondo de la carretera sin soltar el volante. La provincia no es un lugar sino un estado de la mente. Quizás, ningún estado.