Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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SER LÍDER indiscutible durante veinte años provoca muchas discusiones. El relevo del apocalíptico Arzalluz se ha producido de una manera democrática y con alta participación. El triunfo de Josu Jon Imaz ha sido por escaso margen de puntos, al borde del combate nulo, pero ha generado esperanza. Joseba Egibar, que era el delfín del incandescente sermoneador, se ha quedado en puertas, pero nadie le ha dado con ellas en las narices: tiene muchos partidarios. El caso es que Arzalluz no se ha salido con el suyo. Ahora el joven políglota debe encontrar un nuevo lenguaje. No debe ser Imaz de lo mismo. Hablando se entiende la gente y matando sólo se consigue un silencio definitivo. De lo primero que ha hablado el ganador es de que quiere «sacar adelante el plan Ibarretxe» y de lo segundo es que defenderá un País Vasco «con nacionalistas y no nacionalistas». ¿Se pueden conciliar ambos propósitos? Los que sólo sabemos de política por lo que nos han hecho sufrir, desde nuestra más dura infancia, quienes estaban convencidos de tener toda la razón, dudamos de ciertas cosas. Lo primero que le miramos a un líder es el entrecejo y si tiene ahí instalada la certidumbre absoluta nos echamos a temblar. No es el caso de Imaz, que es un hombre culto, que no puede querer que yo renuncie a mi Atletic de Bilbao, ni a mi Blas de Otero. Hubo un tiempo en que se omitían los nombres de Pío Baroja y de Unamuno en las páginas dedicadas a la literatura de algunas guías del País Vasco. Se les acusaba de haber escrito en lengua española. Para llorar. A mí no me quedan demasiados años de hospedaje en este planeta pero ojalá llegue a ver una época en donde todos puedan decir lo que piensan y donde nadie pague impuestos revolucionarios, ya que con pagar los otros tenemos bastante. Una época sin tiros en la nuca, sin reformas penales urgentes y sin que nadie quiera romper la baraja, ya que una de sus cartas es la Carta Magna. Por eso hablaba al principio de esperanza. Así que, paciencia y barajar.

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