EN BLANCO
No son progres
LOS VOTANTES de Esquerra Republicana de Catalunya creen de sí mismos que son el colmo de lo «progre» y que su líder, Carod Rovira, es un santón de la nueva izquierda. Así lo sienten y así pretenden difundirlo. Y para su suerte son muchos de esta izquierda con síndrome de Estocolmo con el nacionalismo que compran la mercancía sin darse cuenta de que está más que falsificada. El nacionalismo no es progresismo sino todo lo contrario. El nacionalismo está en las antípodas de la idea igualitaria, universalista de la izquierda y que coloca al hombre por encima de territorios, lenguas y etnias. Pero en España y, desde hace veinticinco años, y agitando la bula antifranquista, el nacionalismo ha conseguido pátina y vitola de ser y creerse ser la quintaesencia de lo «progre» cuando la realidad es que ese intento de dividir a los pueblos, confrontarlos, esa profusa exhibición de símbolos tribales y de señas raciales es lo mas profundamente reaccionario que hoy día recorre toda Europa. Así como suena. Eso en los vascos se ve a la legua, aunque haya todavía insensatos que no quieran verlo como el coordionador de IU, Gaspar Llamazares, por mucho que hayamos pasado de la boina y el aroma carlistón de Arzallus a la corbata de Jou Jon Imaz. Pero donde la patraña se instala casi como dogma es en Cataluña y se personifica en el totémico Carod Rovira. Y miren ustedes, el señor Rovira y los suyos creerán de sí mismo lo que quieran, pero si el personaje tiene un parangón político en Europa ese es el Bosi italiano, su Liga y su intento de lograr la segregación de su Padania rica de la Italia pobre. Carod es nuestro Bosi, pero aquí lo que ocurre es que se ha disfrazado de rojo.