Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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DICEN que las familias españolas están viviendo por encima de sus posibilidades, que son más bien bajas. Creo que hacemos bien: así todo se queda en familia. No sería lógico esperar al día posterior a nuestro fallecimiento para tirar el ataúd por la ventana. Cuando dejemos de fumar definitivamente se acabarán nuestras posibilidades. Todo eso es cierto, pero no lo es menos que por estas fechas hacemos más tontería de las normales. Practicar la elegancia social del regalo es una costumbre admirable, pero hay despilfarros absurdos. Cada hogar español gastará una media de 845 euros en Navidad. (Ya se sabe cómo son las estadísticas: ahí se incluyen los que viven al descampado). Quizá sea un poquito demasiado, que para muchas personas es lo suficiente. Ningún reproche para quienes se lo gastan en comida y en juguetes, ya que la costumbre ha hecho que la teología se haya transmutado en gastronomía y la supuesta adoración de los tres monarcas orientales, con el tiempo, haya beneficiado a los bazares. Tanto comer como obsequiar a los niños son dos cosas que deben formar parte para siempre de nuestros mejores hábitos. Me refiero a la cantidad de gilipolleces que se adquieren durante estos días, con una circunstancia agravante: el 63,5 por ciento de los compatriotas gastará más de lo previsto por retrasar las compras hasta el último día. Quizá eso de retrasar las compras sea un síntoma de retraso mental, pero hay quien no tiene tiempo para nada y esa es la mayor de las desgracias. Conozco a muchos que tienen todo menos tiempo. Son los ricos que me inspiran más piedad. Ante la cantidad de ofertas que nos abruman me he dado cuenta de la serie de cosas que no me hacen la menor falta para ser aproximadamente feliz. ¿Para qué quiero más relojes, para el tiempo que me queda? Considero que muchas cosas superfluas son de primera necesidad, pero no hay que caer en todas las trampas del consumismo. A ciertas alturas de la vida lo que más nos gusta que nos regalen es el oído.

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