DESDE LA CORTE
Especulaciones sobre el Rey
ESTA NOCHE habla el Rey. Su mensaje navideño suele ser una antología de frases de moderación. No suele entrar de frente a ninguno de los debates sobre problemas nacionales, porque no es su labor constitucional. Se mueve en el filo de la navaja, para que nadie pueda reprocharle que se excede en sus funciones. Dice un discurso cargado de buenos deseos y palabras de aliento o consuelo, según a qué sector se refiera. En consecuencia, este año tampoco cabe esperar una sola frase que aliente la polémica. Sin embargo, en pocas ocasiones hubo tanta necesidad de escucharle. Hay más expectación que ante cualquiera de los discursos que ha pronunciado en Nochebuena. ¿Por qué? Porque están planteadas cuestiones que de alguna forma afectan a la Corona. Ahí están las demandas incontroladas de reforma constitucional. Ahí está la petición de igualdad de sexos en la sucesión al Trono. Y ahí está, sobre todo, el empujón nacionalista. Don Juan Carlos tendrá que referirse a este último asunto, por muy cuidadas y meticulosas que sean sus palabras. En este ambiente, es preciso anotar que la figura del Jefe del Estado está siendo demasiado manoseada. En un programa radiofónico de éxito se le acusa de haberse salido de la Constitución por su último discurso ante las Cortes y por haber dicho esa obviedad de «hablando se entiende la gente». Nacionalistas como Iñaki Anasagasti y comunistas como Javier Madrazo se dedican a atacar a don Juan Carlos con argumentos propios de refriega política electoral. Y ayer mismo, Ernest Benach y Carod-Rovira, presidente del Parlamento de Cataluña y primer ministro de la Generalidad, coincidieron en un diagnóstico: existe mala relación entre el Rey y el Presidente del Gobierno. ¿Quién les ha contado eso? «Alguien que está en Madrid», explicó Benach, en una clamorosa referencia a una fuente oscura y carente de toda autoridad informativa de crédito. Un dirigente político asume un rumor viejo, nunca confirmado y muy poco sólido, para difundir supuestas desavenencias entre los palacios de La Zarzuela y La Moncloa. Me llama la atención que agresiones verbales e insinuaciones procedan casi todas del ámbito nacionalista, que es el más interesado en fomentar o aparentar debilidades en el Estado. Hay quien piensa que existe un plan de desprestigio de la cúpula del Estado para provocar agujeros en el sistema. Yo no llego a tanto. No tengo argumentos para ello. Pero recojo este ambiente, porque tiene que quedar constancia en la crónica política.