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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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NOS HEMOS empeñado en parcelar el tiempo, que es nuestra materia constitutiva, y cada vez que un año da sus últimas boqueadas se nos ocurre revisar su contenido. No conozco a nadie al que no le hayan pasado muchas cosas este año y todas mucho más importantes de las que les han ocurrido a los demás. En los balances se buscan personas claves, de esas que influyen en la historia, pero no siempre en nuestras vidas. En ese sentido, el hombre del año ha sido Sadam Huseín, aunque haya terminado siendo una piltrafa humana. Para otros ha sido Beckham, que además de ser el último fenómeno mediático es el primero en sudar la camiseta del Madrid. No sólo un artista, sino un currante. ¿Quién puede ostentar el título de hombre del año para los españoles? ¿Ibarretxe, Carod-Rovira, Maragall? En cuanto a mujer del año la cosa está más clara: es Letizia, sin duda alguna, aunque muchos monárquicos congénitos tengan serias dudas sobre el acierto de la elección del príncipe Felipe, al que Dios guarde muchos años de ese tipo de monárquicos. Se recuerda por estas fechas a los que se fueron sin dejar señas. De momento brillan por su ausencia, pero cuando pase el tiempo, que no ha aprendido aún a estarse quieto ni siquiera un rato, ese brillo se irá extinguiendo y los protagonistas de 2003 serán cada vez más opacos. También entre ellos se dan distintas medidas. Hay gente que se muere y gente que se nos muere. No es lo mismo la desaparición de una persona notoria, que la de un ser querido. La primera la lamentamos, pero la segunda nos mutila. Los fanáticos proustianos del tiempo no creemos en que estos balances, al parecer inevitables, calibren la importancia ni de los sucesos ni de las personas. Para eso hace falta que pase algún tiempo. Al menos el suficiente para que la distancia se haga sentimiento. Cosa rara el tiempo. Por él no pasan los años. Queremos matarlo y nos mata. Por eso Cioran, que no tendía al optimismo, dijo que «se está bien entre asesinos». No es cierto. Se está mejor cuando los que querían volar Chamartín están en la cárcel.