Diario de León

DESDE LA CORTE

Última hoja del calendario

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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HOY ARRANCAMOS la última hoja del calendario. Hace tiempo, en esta misma fecha, hice un comentario en la radio con una conclusión feliz: había sido un buen año. Al terminar me llamó una oyente: «Habrá sido un buen año para usted. Mi marido y mis hijos están en el paro». Entonces me prometí a mí mismo no calificar nunca más un periodo de tiempo. Calificar es ofender. Estos días se podrán leer balances triunfales sobre cómo ha ido la economía, por ejemplo. Y se dirá que ha ido muy bien; lo demuestran las estadísticas; pero ¿qué dirán el 56% de las familias españolas que tienen dificultades para terminar el mes? Lo mismo ocurre con las situaciones y personajes políticos. En el PP se puede brindar por el final del ejercicio: sonríen las encuestas, ha salido bien la operación Rajoy, se remontaron los climas de opinión adversa, se acaricia la mayoría absoluta. Pero otros dirán: ¿Cómo se puede hablar de satisfacción, si el mapa de España se puede romper? Y Zapatero: puede considerar un éxito haber llegado al 31 de diciembre como secretario general del PSOE, después de tanto como agitaron el fantasma de Bono a las puertas de su despacho; pero ¿cómo puede brindar, si no despega en las encuestas? Y Aznar: corona los doce meses como dueño de la situación, elogian su gesto de abandonar el poder; pero ¿no le dolerá esa imagen de prepotencia y antipatía que le rodea en los instantes finales? ¡Ay, los balances del año! ¡Qué subjetivos e injustos! ¿Cómo va a ser igual el balance de Letizia Ortiz y el de la señora que se tuvo que divorciar? ¿Quién equipara las cuentas del empresario que consiguió aumentar un 30% sus beneficios y las de su empleado, que mejoró su salario en un máximo del 3%? Por desconfiar, tenemos que desconfiar incluso de la estadística: cuando Esperanza Aguirre dice que un madrileño es cuatro veces más solidario que un catalán, Maragall le responde que «las matemáticas no son su fuerte». Por eso, al arrancar la última hoja del calendario, y ante la pregunta de cómo nos fue el 2003, los gallegos debemos seguir respondiendo: «Depende». Es la respuesta que más se ajusta la realidad posible. Y, con vistas al incierto y bisiesto 2004, ¿quién dirá esta noche ante las uvas lo del tullido de Lourdes: «Virgencita, que me quede como estoy»? Los parados, no. Los enfermos, menos. En política, Zapatero quiere subir. Rajoy quiere ganar. Ibarretxe, colocar su plan. Hasta Llamazares quiere entrar en el gobierno. Bien mirado, a fecha de hoy, el único feliz del todo es Pasqual Maragall.

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