DESDE LA CORTE
El ruido de la carraca
SI ME permitís una pequeña historia personal, os la cuento. Tengo una leve discrepancia con Hacienda por unos dineros. Como llevamos años discutiendo y no nos ponemos de acuerdo, elegimos dos vías de solución: yo acudí al Tribunal Económico Administrativo, y Hacienda a mi cuenta bancaria. El Tribunal todavía no ha dicho nada, pero la Agencia Tributaria cogió el trabuco y me sacó de la cuenta todo lo que tenía. Y cada euro que ingrese a partir de ahora, se lo seguirá quedando hasta completar el importe de la supuesta deuda. Antes Hacienda que el pago del recibo de la luz. Lo tengo reciente, porque ocurrió hace una semana. Y ahora, al ver lo que hace el gobierno vasco, siento mucha y poco sana envidia del lehendakari. ¿Que al gobierno vasco le descuenta Montoro 32 millones del IVA? Pues van ellos, y se lo descuentan del cupo: entregan al Estado un cheque con 32 millones menos. Dentro de unos días Montoro los volverá a descontar, y así seguirán eternamente: hasta que Euskadi sea gobernada por el PP. Y no pasa nada. Y son 32 millones. De euros, faltaría más. Entre gobiernos no se discutiría por 32 millones de pesetas de nada. Y ahí están y estarán, peloteándose la pasta del contribuyente, metiendo ruido y diciéndose al oído: a la próxima te espero yo. Es un espectáculo muy edificante, que viene a demostrar que Hacienda es muy valiente ante los débiles, pero se achanta ante los iguales. En el caso vasco, por no hacer uso de los recursos legales, ni siquiera acude a un tribunal de Justicia para discutir quién tiene la razón. Lo que ignoro es si cada juego de cheques va acompañado de los correspondientes intereses y cómo se contabilizan esos 32 millones: si en el capítulo de ingresos efectivos o en el de «morosos de dudoso cobro». ¿Qué más da? Lo llamativo es que ahora Cataluña aspira a tener también un modelo económico-fiscal como el vasco. Y, si el PSOE gana las elecciones, tendremos también una agencia tributaria por comunidad autónoma, que gestionará, cobrará y liquidará los impuestos en cada región que desee tener ese privilegio. ¿Os imagináis el follón que se avecina? La Agencia Tributaria Central tendrá el ímprobo trabajo de supervisar las cuentas de las 17 restantes. Habrá un continuo trasvase de cheques. Y, en el supuesto de desacuerdo, se abre la acongojante posibilidad de asistir todos los días al descuento recíproco o, como diría el señor Montoro, al ruido de carracas. Hay formas más difíciles de hacer política. Pero modos de hacerla más complicada, ninguno.