El esqueleto del Estado

¿OS QUEJÁBAIS de que el PSOE no tenía programa? Pues ahora tiene demasiado. Ha puesto en marcha una desconocida factoría de ideas. Lleva dos semanas soltando propuestas. Ha ocupado las primeras páginas de los diarios beneficiados por las filtraciones. Ha conseguido la iniciativa. De momento, lleva la delantera al PP en ofertas electorales y está consiguiendo que el debate previo se centre en sus ideas. Tal inundación de propósitos ya tropieza con un primer problema: la capacidad de digerir la cantidad de reformas que propone. Por ello, grandes novedades como el trato a las parejas de hecho han sido ya olvidadas, y el debate se centra en dos propuestas que van a ser agitadas por el Partido Popular como dos espantapájaros: crear una agencia tributaria por comunidad autónoma y situar la última instancia en los Tribunales Superiores de Justicia. Son dos cambios espectaculares, hasta ahora increíbles en un partido que pasaba por jacobino. Vistos desde los ojos de Aznar, no son un desarrollo del Estado de las Autonomías; son un propósito de romper el esqueleto del Estado, según comentó ayer el presidente a los periodistas entre los canapés de la Pascua Militar. Nunca hemos vivido un periodo electoral con temas tan altos sobre la mesa. Ni siquiera el constituyente de 1.977. Por ahora, no hace más que confirmar un pronóstico: estos comicios no van a ser sólo una elección entre partidos, sino una elección entre dos modelos de Estado. Si el Partido Popular renueva una gran mayoría, habrá continuidad del actual, sin grandes reformas, por mucho que disguste a las fuerzas nacionalistas. Si el PSOE accede al gobierno, debemos disponernos a la legislatura más reformista de toda la democracia. Para esta última posibilidad, Rodríguez Zapatero y sus equipos tienen que superar el obstáculo que ahora mismo limita su capacidad de crecimiento: justamente lo que dijo Aznar. Muchos españoles entienden, como el presidente, que eso de las agencias tributarias y eso de la Justicia es un atentado contra el Estado. Aznar, como buen político, no hizo otra cosa que encontrar y exponer la figura literaria que aporta dramatismo a la situación: el esqueleto que se rompe. ¿Y cómo se supera ese muro? Primero, con algo muy difícil: explicando pronto qué diablos quieren hacer, cuál sería el papel de las nuevas agencias tributarias, y en que quedaría el Tribunal Supremo. Hasta ahora sólo han ofrecido nebulosas. Y segundo, algo más difícil todavía: convencernos a todos de que no hacen eso por satisfacer las necesidades del señor Maragall.