Mucho ruido y pocas pistas

A VECES se lo ponen a «güevo». ¿Saben aquel que acaba: «Detenido Epicentro y otros dos compinches. No hemos podido enviar antes el informe porque ha habido un terremoto de la leche»? Lo contaba, entre un nutridísimo repertorio, un alto cargo de la Guardia Civil, muy aficionado a los chistes sobre el Cuerpo. Pero es que a veces a la Benemérita le encargan cada cosa... Para ejemplo, el meteorito de Renedo. Los agentes han estado buscando restos del cuerpo celeste y, que se sepa, no han encontrado nada. Hay que ponerse en el lugar del número al que le cae el siguiente servicio: «Buscar cuerpo pedregoso, de composición y forma desconocidas, que puede pesar entre unos gramos y varias toneladas, caído entre León y Palencia, si bien testigos lo sitúan entre El Goloso y Albacete. Recorrer el monte en busca de cráter espectacular o, en su defecto, pequeño pedrusco alienígena no identificado». Alguno llegó a desempolvar el tricornio para ver si calándoselo le llegaba la inspiración, pero no hubo pistas fiables. A mayores, los testimonios de los lugareños fueron complicándose a medida que pasaban las horas. Una única conclusión se obtuvo de aquel batiburrillo: un mismo fenómeno avistado y comentado por varios testigos da lugar inevitablemente a un relato fantástico. También se dieron opiniones para todos los gustos. La tía Eufrasia, mosqueada, le espetó a un uniformado que si buscaban morrillos no se fueran al monte, donde el pedregal no molestaba a nadie; y mejor los quitaban del camino de la ermita, que cualquier día de estos la novena le cuesta un aparato nuevo para los dientes. Y los puentes sí que están por la estratosfera, que casi te cobra lo mismo un mecánico dentista que un ingeniero de Álvarez Cascos. Llegó, estalló y desapareció dejando una larga estela. Renedo ha sido protagonista por unos días y las estrellas de purpurina volvieron a ocupar un lugar destacado en los belenes a punto de guardarse hasta el próximo año. Pero, del meteorito en sí, nada de nada.