En la conciencia

LA REAL ACADEMIA de la Lengua acaba de incorporar al glorioso diccionario suyo la expresión «comedura de tarro», será porque en marzo hay elecciones. En el 2002 aceptaron «vender la moto o la burra», también  muy socorrida para analizar los programas electorales. Además ha aprobado «matar al mensajero», cuando en los cementerios de esta profesión no entra  ya un féretro más. Los académicos se toman su tiempo, como los ents, esos pastores de árboles, imaginados por Tolkien. En fin, son proclives a autorizar la palabra enagua cuando la mujer ya viste con vaqueros. Hasta las elecciones, pero también después de ellas, escucharemos toda clase de sandeces, que tendrán tanta difusión o más que los temas importantes. Y es que además de hablar y escribir según las normas de la RAE, también hay que sentir, pensar, obra de acuerdo a unos principios sólidos. A lo mejor habría que crear la Academia del Sentido del Deber. Porque no es cierto que la política sea únicamente gestión de los dineros públicos. Es mucho más. Los políticos no pueden renunciar a la ética como proyecto, que algunos confunden con el mero  y tú más. La sociedad española tiene planteados numerosos retos que no pueden ser solucionados sin la ética: inmigración, delincuencia, destrucción del medio ambiente, investigación con células madre¿ En efecto, hablar y escribir correctamente es importante¿ pero también que ideas y actos estén apoyados en una voluntad ética, para que esa corrección sea un todo, no mero escaparate formal. La Academia del Sentido del Deber tiene su sede en la conciencia. A veces da la sensación de que las palabras más verdaderas son aquellas que ningún diccionario puede atrapar, pero están ahí, dentro de nosotros pidiendo ser expresadas.