Diario de León
Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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«CHILDREN'S pay» (los niños pagan). Esta sí es un arma de destrucción masiva y no lo que decían buscar los sabuesos desolfatados del Pentágono en los pedregales de Irak. «Children's pay» es un concurso que se ha hecho muy popular en los Estados Unidos y que consiste en poner verde a George Bush poniéndole frente a frente de sus contradicciones más flagrantes. Promovido por un colectivo ciudadano, formado mayoritariamente por abogados, y cuyo lema es «Democracia en acción», el concurso se ha valido de Internet para organizar una competición de videos cortos mediante los que se llama la atención sobre el abultado déficit que arrastra la belicosa gestión de Bush y de sus consecuencias sobre los más desprotegidos: los más pequeños, que pagan el pato. En el video ganador -más de mil se enviaron- se ve a niños que trabajan en fábricas, cargan pesadas cajas de mercancías, o se dejan la piel lavando cientos de platos. Y subrayando la imagen, una sencilla y lacerante cuestión: «Adivina quién va a pagar el déficit de 10.000 millones de dólares del presidente». Esto se llama meter el dedo en la llaga con valiente y descarnada ironía. Y que esto ocurra en los opulentos Estados Unidos, donde la propaganda institucional lleva camino de desbordar los vaticinios de Orwell, reconcilia con el género humano y permite pensar que no todo está perdido. Detrás de esa ventana abierta en Internet se vislumbra la vitalidad e independencia de la parte más sana y crítica de la sociedad norteamericana. Una sociedad en la que nos reconocemos los de esta parte del océano mucho más fácilmente que en esa otra estereotipada como amorfa, resignada y manipulable, que también existe pero que en modo alguno puede servir de modelo generalizador. Los francotiradores de «Democracia en acción» dispararán el video ganador por televisión justo el próximo 20 de enero cuando Bush se disponga a emitir su discurso sobre «el estado de la Unión». Quizá ahí aclare si en sus planes siderales para instalar una base en la Luna se incluye una segunda White House desde la que contemplar el fiasco de una de las gestiones más lamentables que vieron los siglos.

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